Page 109 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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en cualquier momento surgiría de entre sus labios una frase que me haría
encontrar la esencia misma del amor.
El tiempo pasó, pasó y pasó. Al cabo de un rato me olvidé de las estrellas y salté
de las ensoñaciones filosófico-amorosas a pensar que ya me hacía falta un buen
baño. Del asunto del baño, no me preguntes por qué, pasé a imaginar fantasmas
en bikini; después mis mentes se llenaron de sonidos cuadriculados y me quedé
dormido.
Si aquella escena se hubiera desarrollado dentro de un cómic, de mi boca habría
salido un desfile de zetas, lo que, para ser sincero, siempre me ha parecido una
tontería porque nadie expulsa zetas de su boca cuando está dormido. Si acaso, se
lanzan algunos gruñidos tímidos: grrrugs en lugar de zzzzzz.
En fin, soñaba no sé qué cuando la voz de Daniel me despertó con una frase
nada espectacular:
—Necesitamos un modelo. Unos novios o esposos que ya lleven un tiempo
juntos.
—¿Qué dices? —pregunté sin poder esconder mi somnolencia.
—¿Estabas dormido?
—Me ofendes, muchachito. Meditaba acerca del espíritu y sus alcances —mentí.
—Necesitamos una pareja —repitió el pequeño—, alguien de quien aprender.
—¿Un conejillo de Indias del amor? —pregunté cuando por fin pude hilar las
ideas.
—Más o menos.
—¿Tiene que ser alguien que conozcamos tú y yo? —pregunté con todo el
miedo del mundo colgado de aquellas palabras, porque creía adivinar lo que
estaba pensando Daniel.
—Sería lo mejor. Así podríamos ir copiando sus acciones amorosas y después tú
harías lo mismo con Grete.