Page 14 - ¿Quién fue mi abuela Emilia?
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CUANDO era niño me gustaba mucho ir con mi hermana y mi hermano a
               dormir en casa de mi abuela y mi tía los fines de semana. Les decíamos a mis
               papás: “¿Podemos quedarnos a dormir aquí? ¡Ándenle! Dennos permiso”. Mis

               papás de seguro se veían uno al otro dudando y pensando en que tendrían que
               volver por nosotros al día siguiente, hecho que con seguridad les daba una gran
               pereza, porque no vivíamos cerca; pero al final, seguro que después de mucho
               rogar, nos salíamos con la nuestra. Cuando nos quedábamos a pasar la noche,
               armábamos las camas y nos poníamos a platicar con mi abuela y con mi tía hasta
               que al final nos quedábamos dormidos. Al día siguiente nos daban de desayunar,
               jugábamos y luego esperábamos a que mis papás llegaran por nosotros.


               A mí me tocaba dormir en el cuarto de mi abuela, lugar donde ella me empezó a
               hablar de su vida y de su familia. Ahí me contaba historias sobre sus padres y
               sus hermanos, sobre el tiempo en que le había tocado vivir. Me hablaba de un
               montón de personas, de sus antepasados… mis antepasados: gente que nunca
               conocí, pero sin la cual yo nunca hubiera venido al mundo —probablemente
               hubiera venido alguien más, pero no yo, aunque de eso nunca me hubiera
               enterado, porque yo no existiría—. No solo mucha de esa gente fue necesaria
               para que yo estuviera aquí, sino que de algún modo influyó para que yo fuera
               quien soy. Una de esas personas fue mi abuela.


               Hay muchas cosas de nosotros que no se explicarían sin hacer referencia a
               nuestras propias familias. En muchas ocasiones, para decir quiénes somos o por
               qué somos como somos, tenemos que referirnos a nuestros padres, hermanos,
               tíos, abuelos: “Yo soy así porque mi madre es así”, “Ser ordenado se lo saqué a
               mi padre”, “A mí me gusta la filatelia porque a mi abuelo le gustaba y me
               inculcó el gusto” son un tipo de explicación frecuente. La identidad personal, eso

               que hace que yo sea quien soy, es en buena medida un reflejo del grupo familiar.
               Sin lugar a dudas, también está conformada por muchas otras cosas (como
               nuestras memorias a través del tiempo, nuestro carácter, nuestro cuerpo, etc.),
               pero la familia ocupa un lugar importante para explicar por qué somos como
               somos. Por eso, para conocernos y entendernos mejor, tenemos que indagar un
               poco en nuestros orígenes y en cómo hemos llegado a ser lo que somos: tenemos
               que indagar en nuestra historia. Este mismo conocimiento también puede
               ayudarnos para saber qué es lo que podemos llegar a ser.


               Oigo a mucha gente decir que no le gusta la historia, que la encuentra aburrida.
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