Page 15 - ¿Quién fue mi abuela Emilia?
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Algunos alegan que no son buenos para aprender fechas, datos, nombres de
héroes, batallas y grandes acontecimientos. Pero esa es solo una parte: no solo
los héroes hacen la historia, sino también la gente común: la vamos haciendo
todos juntos día tras día. La hicieron mis papás cuando construyeron su casa y
tuvieron a sus hijos, mi hermano cuando compró su primera computadora, mi
hermana cuando se mudó de ciudad; la hago yo cuando escribo este pequeño
libro o tú cuando lo lees. Estos sucesos van formando parte del pasado y tienen
su historia. Algunos parecen tan insignificantes que pensamos que la palabra
historia les queda muy grande; no obstante, cada cosa tiene su historia y cada
persona también.
Cuando revisamos el pasado de los objetos que nos rodean cotidianamente, se
vuelven más interesantes; cuando nos preguntamos sobre la historia de los
cepillos de dientes o del sistema de tuberías que trae el agua a nuestras casas,
apreciamos más esas cosas. La gente también nos parece más interesante cuando
conocemos su historia: algún desconocido que pasa junto a nosotros por la calle
de pronto se vuelve interesante si nos enteramos de lo que hace y de lo que ha
vivido. Cuando fui enterándome de la vida de mi abuela, me pareció más
interesante y empecé a apreciarla más, aunque creo que no ha sido sino años
después que la he valorado como debía.
Las ciudades, sus colonias, sus calles y sus casas también tienen su historia: van
cambiando con el paso del tiempo y eso las hace más atractivas. Hay cosas que
aparecen y otras que desaparecen. La casa que estaba ahí hace unos meses ha
desaparecido y ahora hay un edificio en su lugar. La calle también es diferente:
antes pasaba un tren y ahora ya no pasa. Así, al enterarme de la vida mi abuela,
también me fui enterando poco a poco de la historia de partes de la ciudad y de
ciertos momentos en la historia de mi país. Creo que estas cosas se entrelazan y
buena parte de la vida de una persona no se puede explicar sin hacer referencia
al lugar y al tiempo en que ha vivido.
Sin embargo, así como construimos la historia todos los días, así también vamos
olvidándola. “Acaban de construir ese edificio, pero ¿qué había antes ahí?”, me
pregunto con frecuencia. Y así como se nos olvida lo que había en un terreno o
cómo era una calle, así también se nos olvida nuestra propia historia familiar.
“¿Quién era mi bisabuelo?, ¿a qué se dedicaba?, ¿dónde vivía?” o “¿De dónde
viene mi familia?” son preguntas que solemos hacernos. Pero muchas, muchas
veces nuestras preguntas se encuentran con la barrera del olvido; la gente que
tenía las respuestas ahora se ha ido y no hay modo de saber sobre quienes nos