Page 49 - El secreto de la nana Jacinta
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—Nana, si yo hubiese estado ahí, ningún pirata luterano te habría capturado.
               Créeme, yo habría disparado todos los cañones necesarios para hundir las
               embarcaciones de Lorencillo y te hubiese ayudado para ir a Yanga con tus otros

               amigos.

               —Ya lo sé, mi negro. Si usté es el niño más valiente que hay en estas tierras. Y
               también el más guapo y bueno. Pero Dios Nuestro Señor sabe por qué hace las

               cosas. De no haber sido capturada por aquellos hombres, quizá hoy yo no estaría
               aquí, con usté, contándole mis historias.

               —Tienes razón, nana. De cualquier forma, algún día podré vencer a uno de esos

               malvados piratas para vengar todo lo que te hicieron sufrir.

               —No, negrito lindo. No pienses en venganzas, que además de ser pecado, nunca
               tienen sentido. Mejor sigamos con las aventuras, ¿te parece? —preguntó Jacinta,

               acariciando el rostro de su niñito.

               —Sí, nana. Cuéntame la tercera historia —respondió Bernardo.


               Y la nana comenzó el nuevo relato.
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