Page 24 - En estado de GOL
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mágica, porque entro a cualquier buscador y, ¡chas!, allí está la respuesta. ¿Tú le
has puesto nombre a tu computadora? Me imagino que tienes una, ¿verdad?,
aunque sea una familiar como la nuestra. Peor es nada.
Pero te estaba hablando de cambiar, del esfuerzo que uno hace por lograrlo.
También me pareció difícil no ver la tele hasta tarde. Disfrutaba los programas
de deportes hasta las once, once y media o más, que es cuando pasan los
reportajes más interesantes. ¿No es cierto? Te hacen esperar hasta muy noche
para que no apagues la televisión. Como mi mamá, que durante el Mundial de
Alemania se quedaba sentada frente al aparato sólo para esperar que apareciera
el Güiri Güiri con los personajes que interpreta. Dice que es el mejor cómico de
la televisión. Su personaje favorito es el Doctor Chunga porque le recuerda a un
profesor de Química que se hacía bolas con las fórmulas.
—Igual de viejito y loco —dice mi mamá.
No fue sino hasta que tomé la decisión, cuando me dije: “A ver, güey, decide qué
quieres, ¿entrenar con la selección de la escuela o verla jugar y sentirte todo
frustrado?”, cuando, ¡pum!, ya estaba. Logré todo lo que no podía hacer antes.
Al principio fue difícil mantenerme firme para cuidar mi condición física. Ahora
me siento más ágil, además estoy fuerte porque como bien y hago ejercicio.
Soy delantero, como Miguel Sabah y César Villaluz del Cruz Azul, ¿sabes?, o
sea que juego en posición de ataque. La función del delantero es, sobre todo,
anotar o colocar la pelota en los pies del compañero para que anote. Los
delanteros somos rápidos con el pie y la cabeza y marcamos a los defensas en los
tiros de esquina en contra de nuestro equipo. No es que uno sea sucio, pero el
juego requiere mañas; más vale tenerlas y ponerte listo para que no te den un
trancazo. Hay que saber aguantar el marcaje y no enojarse, el chiste es no perder
el control.
Convencerte de que debes hacer algo no cuesta trabajo, ¿no es cierto? Hacerlo es
lo complicado, no sé por qué. Bueno, sí lo sé: porque debes cambiar tus hábitos.
Mi papá ha prometido cuatro veces dejar de fumar y allí anda con su cajetilla de
cigarros en la bolsa de la camisa o del traje; y mi mamá siempre dice: “Éste es el
último chocolate” o “Mañana me pongo a dieta”, y los dos caen en la tentación.
No es fácil.