Page 70 - Ciudad Equis 1985
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Fernando escribía sus historias pensando que tal vez podrían gustarles a los
               niños. Sin embargo, jamás se había atrevido a enseñárselas a nadie.


               Ni a chicos ni a grandes. A nadie.


               Así como las semillas duermen en el granero a la espera del agua y de la luz, las
               historias que Fernando amontonaba en su clóset aguardaban pacientes la llegada
               de unos ojos que quisieran darles vida.


               Diecinueve libros, casi veinte, reposando en la oscuridad.


               Diecinueve hermosísimos libros, casi veinte, encerrando las más bellas historias
               jamás escritas y, lo que es peor, jamás leídas.


               Una lástima.
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