Page 35 - Escalera al cielo
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DE CÓMO CONOCIMOS A UN HOMBRE HONESTO.
Al hijo de la vecina de junto le brotó su primer diente
permanente. ¡El suceso de la cuadra!
La vecina iba de casa en casa; mostraba, ufana,
de su adorado pequeño la grande boca.
El niño sonreía con su blanco, blanquísimo diente
permanente. ¡Qué maravilla!, dijimos, pero solo
de dientes para afuera, la verdad sea dicha,
y cerramos la puerta con fuerza.
Mamá revisó tu boca: nada, nada, ni de lejos
ni de cerca, ni los dientes provisionales ni los famosos
permanentes. El dentista no salía de su asombro.
Usó su redondo y pequeño espejo.
Te tomó radiografías y fotografías.