Page 190 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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Un grupo de damas de la aristocracia, de esas que nunca se pierden una buena

               fiesta, se acercó a la verja de la mansión, seguidas por una sirvienta con cofia y
               delantal que arrastraba un carrito lleno de pasteles, aperitivos y copas de
               champán.





               Me aproximé hacia el grupo con gran disimulo, y me dediqué a charlar con unas
               y con otras mientras me ponía morada de canapés. ¡Hace falta energía para

               investigar!





               Mi primer testigo era una mujer que llevaba sus largas trenzas recogidas con
               coleteros de diamantes.






               —¿No le ha llamado nada la atención recientemente, querida?






               —¡Desde luego que sí! Mis zapatos no combinan con el césped. Corro a
               cambiarme.






               Y desapareció entre las sombras del jardín.
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