Page 192 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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Me acerqué a continuación a otra joven muy esbelta que mordisqueaba con asco
los canapés.
—¿No le parece que hay algo que huele muy mal en esta casa, querida?
—Por supuesto, el paté de alcachofa apesta. Creo que necesito ir al tocador.
Y se esfumó aún más rápido que la primera.
Una muchacha pelirroja se dedicaba a fumar cigarrillos de chocolate.
—¿No ha visto nada extraño en la mansión últimamente, querida?
—Lo más extraño que veo es la espantosa goma de su coleta. Le traeré una de
las mías.
Otra que desaparecía. Estaba claro: todas se habían hecho las tontas. Puesto que
en realidad eran auténticamente tontas, averiguar algo iba a resultar una tarea
imposible. Para refrescar las ideas, ordené que me trajeran mi cóctel favorito:
cacao y refresco de cola a partes iguales (yo lo llamo caca-cola). Se sirve con
ositos de goma y agitado —no revuelto— con un regaliz rojo.
La sirvienta de cofia y delantal se acercó a servírmelo en una bandeja.