Page 101 - SEGUNDA PARTE DE LA CREENCIAS Y NO CREENCIAS DE LAS RELIGIONRD
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guardia del Rey. Uno tras otro, los

        asaltos se desarrollaron normalmente
           y las tres lanzas que el Rey había
        recibido terminaron rotas en el polvo.
            Un sentimiento de alivio pareció
          llenar el corazón de la multitud que
             había acudido a la plaza para
          presenciar el combate, y los íntimos
            del Rey se dijeron que el peligro
        estaba ya superado. Se relajó con ello
              la tensión, pero Enrique, no
         satisfecho con su triple victoria, no se
          alejaba del circo, dando a entender
         con sus gestos que deseaba repetir el
               asalto con el último de sus
                adversarios, el Conde de
             Montgomery, que antes había
        inferido al Rey un golpe tan fiero que
         faltó poco para derribarle. De nuevo
             en el campo, los caballeros se
            colocaron uno enfrente del otro,
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