Page 102 - SEGUNDA PARTE DE LA CREENCIAS Y NO CREENCIAS DE LAS RELIGIONRD
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preparados para una nueva lucha, en

          medio de un profundo silencio, roto
          solamente por el furioso galopar de
          los cabellos. Calada la visera de la
         arma dura y dirigida la lanza contra
                 el adversario, cargaron
        impetuosamente el uno contra el otro.
            En un abrir y cerrar de ojos se
           cruzaron las lanzas y la del joven
         Montgomery, partida en pedazos por
          el certero golpe del Rey, voló, otra
         vez, por los aires hasta el polvoriento
         suelo. Nada trágico había ocurrido y
         de momento se pudo pensar que era
          fals a la negra profecía, desmentida
            por la realidad. Sólo faltaba un
           detalle, un in significante detalle:
          cumplir la regla que ordenaba que
        los dos caballeros, echadas las armas,
          volviesen al punto de partida. Pero
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