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 A nivel deportivo, constituye un componente estructural de los tejidos, siendo esencial para almacenar glucosa en forma de glucógeno (el 75% del glucógeno almacenado es agua), y para la formación y metabolización de las proteínas corporales (McArdle y col, 2000).
En nuestro cuerpo se distribuye en dos compartimentos generales: el intracelular (dentro de las células) y el extracelular (fuera). Este último se subdivide a su vez en intravascular (dentro de los vasos sanguíneos) e intersticial (en el espacio entre células y vasos sanguíneos). En el agua extracelular se dan los intercambios metabólicos, mientras que en el agua intracelular se dan las reacciones químicas del metabolismo celular.
Para mantener el equilibrio hídrico, el organismo necesita concentraciones de micronutrientes en forma de iones de Sodio, Potasio, Cloro, Calcio y Magnesio, así como otras pequeñas moléculas y nutrientes que juegan un papel fundamental en la distribución y retención de agua en nuestro cuerpo. Como el agua puede difundir fácilmente a través de la membrana celular, la actividad química y la relativa concentración de iones, moléculas de glucosa o proteínas resultan determinantes para distribuirla hacia uno u otro compartimento.
La concentración de agua en los compartimentos está determinada por la presión osmótica (la fuerza con la que el fluido atraviesa una membrana. Es la máxima presión que puede crear una solución para causar su desplazamiento por ósmosis [paso de un solvente, no una solución*, a través de una membrana semipermeable]). Esta presión está causada por la osmolaridad (medición de la presión osmótica determinada por la concentración de solutos [electrolitos y otras moléculas] en un volumen de agua determinado).
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En condiciones normales el organismo elimina agua a través de la orina (la mayor cantidad), las heces, la respiración y el sudor. Esta pérdida se regula por los mecanismos de termorregulación, que son un sistema de defensa de nuestro organismo para eliminar el exceso de calor producido y mantener la temperatura corporal.
Al realizar ejercicio el metabolismo puede aumentar de 5 a 20 veces por encima de los niveles de reposo, lo que supone un importante aumento del calor corporal. La sudoración es el mecanismo principal por el que se pierde calor durante la realización de ejercicio. Muchos minerales se pierden a través del sudor, pero el principal electrolito eliminado es el Sodio.
La sed es regulada por la presión osmótica y el volumen de los fluidos corporales a través de las respuestas de los receptores en el hipotálamo y en la zona anterior del cerebro. Una caída del 2 al 3% de la osmolaridad plasmática induce altas sensaciones de sed. En cambio, la sensación de sed provocada por la pérdida de agua del plasma se genera cuando el volumen plasmático cae cerca del 10%.
La sensación de sed se regula por el mantenimiento de las relaciones de agua y electrolitos en el organismo, por lo que las estrategias de rehidratación deben estar dirigidas a reponer las cantidades de agua y sodio en las concentraciones que se pierden por sudor (más agua que sodio). Es importante que la bebida contenga una cantidad idónea de Sodio que permita una rápida asimilación de agua en el organismo y reponga las cantidades perdidas.
   , como la sal de mesa (cloruro de sodio)
  FACTORES FISIOLÓGICOS DEL ALTO RENDIMIENTO – TEMA 10 10
























































































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