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no sienten que haya nada que perder, los segundos perciben que algo no deseado puede suceder, y anticipan el desastre, generando un estado de ansiedad que les impide rendir como lo hacen habitualmente en situaciones de no presión como suelen ser los entrenamientos. Pongamos por ejemplo la situación de un partido de fútbol en el que en la primera acción del partido el jugador comete un error importante que lleva a la recriminación de un compañero, el entrenador, el público, etc. Este tipo de situaciones se dan de manera habitual, y pueden convertirse en una catástrofe para el deportista en lo que resta de partido, si no tiene la capacidad de sobreponerse y mantener un equilibrio tanto físico como psicológico, que le permita volver a meterse en el partido o en la competición.
Presión competitiva en todas las etapas deportivas
La presión competitiva no siempre la deberíamos relacionar con el deporte de élite o alto rendimiento, si bien es cierto, que en el alto rendimiento no hay lugar para el error y este, como suele decirse en un lenguaje coloquial, se paga caro, no es menos cierto, que en etapas de iniciación y perfeccionamiento la presión también existe, y aunque de modo diferente, puede generar grandes destrozos en el joven deportista, y no sólo a nivel deportivo en su formación, sino también dañar su autoestima y autoconfianza hasta el punto de hacerle abandonar cualquier tipo de práctica deportiva. En la etapa de iniciación, hablar de deporte debería significar hablar de jugar, y los juegos deberían entretener y divertir, pero esto no siempre es así, el juego también nos pone en contacto con nuestras emociones, miedos, enfados, alegrías, tristezas, ilusiones, decepciones, frustraciones, etc, y hace que el niño, no sólo deba enfrentarse al rival o al entorno inmediato, sino también a sí mismo, y en muchas ocasiones poniendo en juego su autoestima y autoconcepto y construyendo en él unas experiencias que acabarán por proporcionarle información de cómo es y el tipo de situaciones que pueden resultar amenazantes, peligrosas o no deseadas.
El entorno del deportista juega un papel fundamental a la hora de poner o quitar presión, por lo que, tanto los entrenadores como los padres deberían tener como objetivo principal quitarle presión al deportista, para así, reducir sus niveles de ansiedad. Al niño o joven deportista le pasan más cosas fuera del deporte que practica. Tiene que rendir y dar respuesta no sólo a nivel deportivo, sino también a nivel familiar, de amistades y de estudios, y todo ello, a menudo no es nada fácil, pues surgen demandas o expectativas familiares difíciles de satisfacer, conflictos en la adquisición de un determinado rol y reconocimiento por parte del grupo de amistades, así como la necesidad de obtener buenos resultados en los estudios. Si a todo ello, le sumamos la































































































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