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todos sus gobernadores, vicegobernadores, vicarios, alguaciles,

                  jueces,  cobradores  de  impuestos  y  a  todos  sus  funcionarios,

                  individual y colectivamente, de todos sus dominios, bajo pena

                  de incurrir en su más augusto displacer y en una pena de diez
                  mil  florines,  que  permitan  al  susodicho  Tomas,  conde  del

                  Pequeño Egipto, con su familia, sus servidores, su oro, plata,

                  baúles, vasos santos y todos sus demás efectos, cruzar entrando

                  y saliendo de sus dominios, sin ningún obstáculo, sea el que
                  sea, o sin que paguen tasa ni peaje alguno. Además, en vista de

                  que el dicho conde y toda su familia han sido expulsados de

                  sus propios dominios, el rey recomienda a su pueblo que los

                  socorra,  hasta  donde  les sea  posible,  con  limosnas  y  les  den

                  ayuda en su peregrinación".  El  documento  había  recibido  en
                  Zaragoza, el 8 de mayo de 1.434. (“Un Pentecostés en el siglo

                  XX.” Páginas 26-27).


                        A este mismo Tomás lo encontramo en Castellón, el 21 de

                  Abril de 1.460. Aparece junto a un gran acompañamiento, el

                  conde  Martín,  de  Egipto  Menor.  Venían  de  Santiago,  de
                  Galicia  y  de  otros  santuarios,  en  cumplimiento  de  una

                  penitencia  impuesta  por  el  Papa.  En  1.471  y  1.472,  el  XXI

                  Consejo de Castellón se ocupa igualmente de otros duques de

                  "Egipte lo Menor", solicitando ayuda.


                        El  22  de  Noviembre  de  1.462,  según  la  Crónica  del

                  condestable Miguel Lucas de Iranzo, llegan a Jaén un centenar
                  de  gitanos conducidos por los condes Thomás  y  Martín.  En

                  1.470, eran recibidos en Andújar .


                        La  primera  oleada  de  gitanos  entra  por  los  Pirineos

                  durante el primer tercio del siglo XV, y en el último tercio de

                  este mismo siglo, hacen su entrada por el Mediterráneo.


                        Los  primeros  (egipcianos)  se  presentan  como  duques,

                  condes y descendientes de la realeza; los segundos (grecianos)
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