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nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y
en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y
estuvimos alegres, y no vimos mal alguno. 18 Más desde que
dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle
libaciones, nos falta todo, y a espada y de hambre somos
consumidos. 19 Y cuando ofrecimos incienso a la reina del
cielo, y le derramamos libaciones, ¿acaso le hicimos nosotras
tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones, sin
consentimiento de nuestros maridos?” Fíjese que cosa más
horrorosa le dicen a Jeremías, este era el pecado tan horrendo
que habían cometido Judá, Levi, y las demás tribus, y por ello
les profetiza Jeremías y le dice en el verso 27: “He aquí que yo
velo sobre ellos para mal, y no para bien; y todos los hombres
de Judá que están en tierra de Egipto serán consumidos a
espada y de hambre, hasta que perezcan del todo.” Las mismas
palabras que se profetizó para la casa de Israel, las mismas
también para Judá. Pero debemos aclarar que estas
maldiciones no alcanzó a toda la tribu de Judá, sino sólo a los
que se fueron a Egipto, a los que obedecieron y se fueron a
Babilonia no les alcanzó esta maldición.
FLAVIO JOSEFO NOS HABLA QUE LA TRIBU DE
EFRAÍM Y MANASES RECHAZABAN SER LLAMADOS
JUDÍOS Y SE LLAMARON SIDONIOS.
En la página 305 y 306, Josefo nos habla de la rivalidad entre
Judá y los Samaritanos, aunque los Samaritanos, decían que
son la tribu de Efraín y Manases, y que son sidonios, nos dice
así Josefo: “Es así como Alejandro, después de haber
ordenado los asuntos en Jerusalén, pasó con su ejército a las
ciudades próximas. Fue recibido amistosamente por todos; los
samaritanos, cuya capital entonces era Siquem, ciudad situada
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