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Además de ser un terrible opresor contra los gitanos, se

cuenta que tuvo malas acciones contra 2000 eclesiásticos,
permitiendo que fuesen arrojados al mar por la cueva de San

Julian. ¿Por qué hizo? Porque estos infelices dieron su

opinión, contraria a los derechos a la corona de Felipe II. Así,

con este panorama de hombre, ¿qué podían esperar los

gitanos? Esta historia figura relatada en la página 277 del libro
DISCUSIÓN DEL PROYECTO DE DECRETO SOBRE

EL TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN, publicado en 1813

en Cádiz.

GENOCIDAS DE ESTE REINADO FUERON:

Jerónimo de Salamanca y Martín de Porras.

La verdad es que en todos los reinados hubo quienes

quisieron acabar con los gitanos, ya sea con la muerte,

expulsiones, o queriéndoles prohibir contraer matrimonio

entre ellos. Esa fue la intención de Jerónimo de Salamanca y su

amigo Martín.

Felipe II aprobó varias pragmáticas contra los gitanos
además de reforzar la de los Reyes Católicos. Los susodichos

Jerónimo de Salamanca y Martín de Porras, el día 19 de marzo

de 1594, presentaron en las Cortes un proyecto de ley para

hacer desaparecer a los gitanos, parte de esa ley decía lo
siguiente: “poner remedio en un daño tan grande, y que tan

ordinario es en estos reinos, convendría disipar y deshacer de

raíz este nombre de gitanos, y que no haya memoria de este

género de gente…. que se aparten los hombres y mujeres y que
los unos se pusiesen en una provincia muy apartada de la otra

donde se les quitase el hábito y el lenguaje de gitanos

poniéndoles graves penas si saliesen de los lugares que se les

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