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soportar las torturas, y las matanzas que realizaban la Santa
Inquisición. La autora dice que la infanta se escondía
horrorizada por tan macabro espectáculo; y que su madre, la
Reina Isabel, no podía soportar que su hija no aguantase con
firmeza los espectáculos horribles de la Inquisición que por
ellos, fueron aprobados. Así podemos observar que, a la que la
historia llamó la loca, tenía más cordura que toda aquella
pandilla de genocidas.
Datos históricos dicen que, cuando Juana veía aquellas
procesiones en las cuales se dicen que también había gitanos,
Juana gritaba: “Dios mío, no permitas que en Castilla se
cometan muertes tan atroces. Perdonad a mi madre,
perdonadla” Su madre la reina Isabel la Católica, que estaba a
su lado y la escuchaba implorar a Dios, le decía: “El Santo
Oficio es el Tribunal de Dios, y castiga a los que no aceptan
los dogmas de la fe cristiana. Y yo como Reina de Castilla,
estoy decidida hacer de este reino, no sólo un solar regido por
la ley y la justicia, sino, por sobretodo un solar cristiano.” Juana
no soportaba escuchar la justificación de su madre a tan
macabra actitud, y se tapaba los oídos con las manos. Aquellas
horrorosas escenas de la quema y escarnio de los ejecutados,
fueron marcando la vida de Juana, que no dejaba de rezar por
su madre, horrorizada por las escenas y justificaciones que le
daba su progenitora.
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