Page 52 - Loor de Nuestra Señora
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Dios te salve, María, llena eres de gracia;
Piedad es tu consejo y amor tu diplomacia:
No mires pues mis faltas, atén a mi desgracia,
Bien sabes que no pido por maña ni falacia...
Tú eres la sangre intacta que Cristo ha consagrado;
Yo soy sangre maligna por obra del pecado;
Haz valer en mi sangre la del Crucificado
Que así mi cuerpo impuro será purificado.
Dicha que hubo esta súplica con ánimo ferviente,
Sobrevino un silencio muy grande en el ambiente:
Y era que la Purísima, muy silenciosamente,
Trataba de su caso con Dios Omnipotente.
Y en esto la gran gente que lo había seguido
Y estaba en el santuario con ánimo dolido,
Vio cómo, de repente, parábase el tullido;
Ya menester no había de andar sobretenido.
Y en medio del asombro de la feligresía
Salióse el hombre andando por la capilla umbría.
Y afuera, por el valle, todo resplandecía
Como si fuera un ángel la luz del mediodía.
Cundió la maravilla; todos la comentaron.
Mandáronse repiques, “laudamus” se cantaron.
Al subsiguiente día los hombres comulgaron,
Como se merecía la cosa celebraron.
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