Page 59 - Loor de Nuestra Señora
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A sus gritos acude la gente de la casa:
Quien corre por el láudano, quien sale por mostaza;
No hay qué no se le ponga, pero el enfermo atrasa;
Nada hay que no se le haga, y el mal no se le pasa.
Como la cama estaba vuelta y desordenada
Buscaron los sirvientes dejarla acomodada;
Mas he aquí que se hallan, cual víbora enroscada,
Con la cadena de oro debajo de la almohada.
Miró el desventurado su ex voto rehusado;
Reconoció su culpa, dolióse del pecado.
De nuevo fue a la Virgen contrito y enmendado:
¡La Virgen sintió pena de haberlo castigado!
Pues si es, Nuestra Señora, Espejo de Justicia,
Nunca de sus poderes se vale con sevicia.
Y así que hubo el ingrato curado su malicia,
Lo recibió de nuevo quien es “Nuestra leticia”.
Le perdonó el agravio, le dio salud cumplida,
Y el peregrino tuvo lección bien aprendida.
De entonces la cadena quedó por bendecida:
Le dio Nuestra Señora virtud reconocida.
Tal es la bella historia de la cadena de oro
Que nos da buena prueba y ejemplo que valoro,
De cómo Nuestra Madre se atiene a su decoro
Cuando el desdén humano se jacta en su desdoro.
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