Page 86 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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La escuela secreta de filosofía de los egipcios estaba dividida entre los misterios
menores y los mayores: los primeros estaban consagrados a Isis y los segundos, a
Serapis y Osiris. Según Wilkinson, solo los sacerdotes podían acceder a los misterios
mayores. Ni siquiera el heredero al trono estaba autorizado hasta que era coronado
faraón; entonces, en virtud de su realeza, se convertía automáticamente en sacerdote y
en cabeza temporal de la religión del Estado. [10] Los pocos que tuvieron acceso a los
misterios mayores no violaron jamás sus secretos.
Buena parte de la información relacionada con los rituales de los grados
superiores de los Misterios egipcios se ha recogido a partir de la inspección de las
cámaras y los pasillos en los que se hacían las iniciaciones. Bajo el templo de Serapis
que fue destruido por Teodosio se hallaron extraños aparatos mecánicos construidos
por los sacerdotes en las criptas y cavernas subterráneas en las que se celebraban los
ritos de iniciación nocturnos. Aquellos aparatos demuestran las duras pruebas de
valor moral y físico que los candidatos tenían que superar. Después de atravesar
aquellos caminos tortuosos, los neófitos que sobrevivían a aquellas duras pruebas
eran conducidos a presencia de Serapis, una figura noble e imponente, iluminada por
luces invisibles.
Los laberintos también eran una característica notable en relación con el rito de
Serapis y E. A. Wallis Budge, en Los dioses de los egipcios, representa a Serapis
(como el minotauro) con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Los laberintos
simbolizaban los enredos y las ilusiones del mundo inferior por los cuales vaga el
alma humana en su búsqueda de la verdad. En el laberinto habita el hombre animal
inferior con cabeza de toro, que trata de destruir el alma que está atrapada en el
laberinto de la ignorancia terrenal. En esta relación, Serapis se convierte en el
examinador o adversario que pone a prueba las almas de los que pretenden sumarse a
los inmortales. El laberinto se usaba también, sin duda, para representar el sistema
solar, donde el hombre-toro representaba al sol que vive en el laberinto místico de sus
planetas, lunas y asteroides.