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La realidad de los empleos perdidos suele ser más impactante que
            los sin-
          nuevas  y lejanas  indus-
               tetizadores Kurzweil para crear bandas sonoras para anuncios de te-
            trias. Cuando las agencias de publicidad empezaron a utiliza~
          promesa indirecta  de nuevos  empleos en
          la
               En medio de ef.te torbellino hizo su aparición un hombre joven y
                                 dad secreta y organizaron la guerrilla urbana. Lanzaron amenazas y
                         bril aparecía misteriosamente dañado, todo sospechoso de sabotaje
       me<.lio  <.le  vida de los tejedores acabó de un modo abrupto. El poder
                                                          Ln  hllhilidad de las  múquinas para desplazar el empleo humano
                                              tra las máquinas la mayor parte de la violencia, en ese mismo año se
                                                produjeron una serie de acciones sangrientas. El gobierno tory puso
                                                   tolerancia  para con los luditas y el  movimiento se disolvió
                                                     con el encarcelamiento y el ahorcamiento de miembros prominentes
                                                                nado su modo de vida.  A los tejedores no les servía de consuelo que
                                                                                    pleo, digamos que a comienzos del siglo xx, alrededor de un tercio
                                                                                         cola. Hoy, esa proporción ha caído a cerca del tres por ciento. 19  De
                                                                                            poco les habría servido a los granjeros de cien años atrás saber que
                                                                          Aunque fracasaron en la creación de un movimiento sostenido y
                                                                            viable, los luditas se mantuvieron como un símbolo poderoso, dado
                                                                               máquinas  siguieron  desplazando a  los  trabajadores.  Como
                 leyenda,  levisión antes que contratar músicos vivos, el sindicato de músicos no  Nosotros dijimos que la  nueva tecnología  se sintió ciertamente feliz.  de música por ordenador era beneficiosa para los músicos porque ha-  empresas  que  antes  música.  Por ejemplo,  las  excitante la   más   cía  habían utilizado música orquestal pregrabada (porque la  limitación  de presupuesto de esos filmes no permitía contratar to
                    rompió accidentalmente dos máquinas de una fábrica textil a causa
                                         testaban:  «¿Quién?  El  general  Ned Ludd, por supuesto.» Aunque
                              En  1812,  los  tejedores,  desesperados,  constituyeron  una socie-
                                                                                       de la población de Estados Unidos se dedicaba a la producción agrí-
                                                                     rar y vender las nuevas máquinas. No había programas gubernamen-
                                                                                  uno de los tantos ejemplos del efecto de la automatización en el em-
                      de su torpeza. A partir de ese momento, cada vez que un equipo fa-
                                   exigencias a los propietarios fabriles,  muchos de los cuales accedie-
                                      ron a lo que se les pedía. Cuando se les preguntaba por su líder, con-
                                           en un principio los luditas, como dio en llamarseles, dirigieron con-
                                                                  se crearan lluevoS y mús lucrativos empleos para diseñar, manufactu-
          económico pasó de las familias tejedoras a los propietarios de las má-
                                                             no era un ejercicio intelectual para los luditas. Habían visto trastor-
                                                                       tales para reconvertir a los tejedores en diseñadores industriales.
                 mentecato  de  nombre  Ned  Ludd,  quien,  como  quiere  la
                                                                                              compensados  industria electrónica, o que sus descendientes
                                                                                              finalmente   serían  se convertirían en diseñadores de software en el Silicon Valley.
                            decía: «Ha sido Ned Ludd.»                                        perdidos  empleasen una f~tura
            qumas.                                 a su   fin   dclll1isl11o. 'S   que las    empleos   sus   250
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