Page 1532 - JULIO
P. 1532

Eres la primavera que le da dulzura a estos versos, eres la mujer cuyas
                                                                                                              11
                  manos tienen la delicadeza para aliviar mis tristezas, y las mías poseen el
                  amor  que  necesitas  para  endulzar  tus  proezas,  haciendo  del  paisaje  el

                  lienzo más hermoso reflejando tu belleza.

                  He recorrido mil distancias, pero ningún camino es tan bello como ir de tu
                  mano,  he  tropezado  mil  veces,  pero  ahí  has  estado  siempre  tú,  cuando

                  gritaba de dolor; fuiste un apoyo constante…por esto doy testimonio de fe
                  y amor como humilde escribano, de este sentimiento lindo que me embarga,
                  expresándote mi cariño con mis propias manos.

                  Comienzo a rimar la historia del por qué eres el amor de mi vida, la maga

                  que  hechizo  de  encanto  mi  mundo,  haciendo  de  éste  un  paraíso,
                  convirtiéndome en tu títere cada vez que sientes que por tus manos me
                  deslizo.


                  Hablar de ti es incansable, pues tú eres mi inspiración, tú le das alegría al
                  ser que yo vivo, tú eres un encanto y divinidad mujer, tú me provocas, me
                  emocionas, haces nacer en mí la pasión; cada vez bajo mis sabanas cuando tu
                  olor percibo, sumergiéndonos en la fuente de vida y placer.


                  He de terminar estos humildes versos, sellando  en ellos mi  más grande
                  ilusión, ven camina siempre junto a mí, te lo pido de favor, bajo esta estrella
                  hermosa que nos invita a llegar juntos hasta nuestro redentor, implorando
                  siempre por este lindo sentimiento tras una sencilla oración.


                  Amor,  acompáñame,  que  Dios  está  dispuesto  hacer  maravilloso  nuestro
                  destino, acompáñame a envejecer, a cuidar a nuestros hijos…; sé siempre
                  tú a la que ame fielmente mi corazón, y se tú la que, en un sarcófago, algún

                  día me estés enterrando.

                  Recuerda que, si he de faltarte, mi alma ha de quedar para cuidarte, no te
                  preocupes mi amor, que nada ni nadie te lastimará, no me llores, vela por mi
                  hija, por el mundo que construimos; pues desde donde éste mi vida seguirá

                  siendo tuya, porque te cielo y siempre te amaré.

                  A ti te entrego todo mi amor.

                  A mis días y mis noches quisiera ponerle más horas, para pensar mucho más

                  en ti…
   1527   1528   1529   1530   1531   1532   1533   1534   1535   1536   1537