Page 101 - Alejandro Casona
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ABUELA.
                  Nunca. Les debo los días mejores de mi vida. Y ahora soy yo la que
                  puede hacer algo por ellos.  (Se levanta. Llama en voz alta.)
                  ¡Mauricio! ¡Isabel...!

                  BALBOA.
                  ¿Pero de dónde vas a sacar fuerzas?

                  ABUELA.
                  Es el último día, Fernando. Que no me vean caída. Muerta por dentro,
                  pero de pie. Como un árbol. (Entran Isabel y Mauricio.)



                                        BALBOA, la ABUELA, ISABEL, MAURICIO

                  ABUELA.
                  ¿Qué caras tristes son ésas? Ya habrá tiempo mañana.

                  ISABEL.
                  ¿Se fue ese hombre?

                  ABUELA.
                  En este momento. ¡Qué tipo extraño! Dice que ha hecho un viaje
                  largo para hablarme, se queda mirándome en silencio, y al final se va
                  como había venido.

                  MAURICIO.
                  ¿Sin hablar?

                  ABUELA.
                  Parecía que iba a decir algo importante, pero de pronto se le quebró
                  la voz y no pudo seguir.

                  ISABEL.
                  ¿Y no dijo nada? ¿Ni una palabra siquiera?

                  ABUELA.
                  Una sola: perdón. ¿Tú lo entiendes? Algún loco suelto. ¿Cerraste el
                  equipaje?

                  ISABEL.
                  Todavía hay tiempo.

                  ABUELA.—(Al abuelo.)
                  Córtales un tallo del jacarandá; les gustará llevárselo como recuerdo.
                  De la ventana. (Balboa sube lentamente la escalera.) Ah, y la receta
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