Page 96 - Alejandro Casona
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OTRO.
Por mi parte, si quieren ustedes seguirla, ya saben el precio.
ISABEL.
Demasiado alto. Malvender esta casa; lo único que les queda a esos
dos viejos para morir en paz.
OTRO.
También yo puedo caer en una esquina si vuelvo sin el dinero. Mis
amigos no entienden de fantasías, y en cambio tiran bien.
ISABEL.
¿Es su última palabra?
OTRO.
¿Otra vez? Su novio me pidió anoche un plazo para arreglar. Les he
dado hasta ahora, y basta de largas. ¿Hay plata o no hay plata?
ISABEL.
Usted sabe tan bien como yo que es imposible.
OTRO.
Eso pronto vamos a verlo. Supongo que a la vieja la tienen encerrada
en su cuarto ¿verdad? No se moleste; conozco el camino. (Avanza.
Isabel le cierra el paso.)
ISABEL.
¡Quieto! ¡Ni un paso más!
OTRO.
Le advierto que a mí no me han detenido nunca las mujeres que se
ofrecen; las que amenazan, mucho menos. ¡Aparte!
ISABEL.
¡Por lo más sagrado, piénselo antes que sea demasiado tarde! ¿Sabe
que una sola palabra suya puede matar a esa mujer?
OTRO.
No será para tanto.
ISABEL.
Desgraciadamente, sí. Sólo esta ilusión la mantenía de pie, y un
golpe así puede serle fatal.
OTRO.
¿Tanto le interesa la vida de esa mujer?