Page 45 - Diálogos
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bien saben, están hechas de luz solar y por eso siguen
           al  astro  rey,  por  eso  no  pueden  tocar  suelo  y  a  la
           menor  oportunidad  se  desprenden  de  estas  cadenas
           que  es  la  vida  humana  y  quieren  hacer  un  mundo
           mejor, donde no se destruya a los viejos árboles que
           sembraron nuestros antepasados o se maldiga al viento,
           que dice que no puede contra una montaña, pero lo
           cierto es que poco a poco la va arañando, hasta que
           no queda más que piedra caliza y el agua de la vida,
           porque hoy te llamo puta, te amo, puta, te amo, así,
           hasta que las palabras se mezclen con mi respiración
           y pierdan todo significado. Y estas se quedan volando
           en el limbo que es tu cuerpo, bajen hasta tus muslos,
           te acaricien el cuello y besen tu alma. Un alma que
           parece un borrador, para que la puedas llevar a donde
           quieras  o  si  te  apetece,  la  cambies  por  dinero  o
           cigarros. ¿Acaso sentir que estoy vivo, me asegura que
           vivo? Porque los niños y los borrachos dicen la verdad,
           pero a los ancianos les gusta contar "su" verdad. ¡No
           a  la  violencia  intrafamiliar!  ¡No  al  racismo!  ¡No  al
           aumento de la gasolina! Puras sandeces de gente que
           no tiene que hacer, en vez de levantar pancartas en
           las calles y gritar a la nada, porque no se ponen a
           hacer algo mejor, como recoger la basura del suelo,
           o purificar el tiempo pasándolo con sus familias. Den
           más tiempo al planeta, que cuida de nosotros y nues-
           tros  sueños.  ¿O  es  que  acaso  quieres  morir  joven,
           como mi tío Alfonso, que se la pasaba rascándose la
           barriga y rumiando sus penas? No todos podemos ser
           música, palabras o lienzos. Podemos intentarlo y tras-
           cender  a  través  de  la  fina  línea  que  es  la  muerte.
           Pero  lo  que  jamás  debemos  permitirnos  es  que  nos
           pateen, como a las piedras. Y tal vez, solo tal vez,
           hoy no sea una maceta de corredor que espera pa-
           cientemente toda una vida en el mismo lugar. Porque
           primero creo que duermo, luego creo que pienso, luego
           creo que imagino y al final creo que vivo. Creer es mi

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