Page 75 - Diálogos
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Porque tus ojos cafés me pidieron que los amara. Te
           olvidé. A ti y a tu cabello dorado. A tu triste caminar
           por entre humo y pasto. A tu indiferencia y a tu sopa
           de arroz. Te olvidé. Como siempre lo hago. Te olvidé.
           Por sobre todas las cosas. Como una canción de Nicho
           Hinojosa. Como caminar con las manos sobre piedras
           de mármol. Te olvidé. Te encontré. Te amé. Te perdí.
           Como el vuelo de la gaviota. Como los libros del rincón.
           Como los años guardados en un cajón. Te olvidé. Como
           a una maceta de corredor. Te olvide. Porque no puedo
           dar  el  siguiente  paso.  Porque  olvidar  me  obliga  a
           recordar que olvide. Porque olvidarte me permite abra-
           zarte. Porque olvidarte me hace amarte. Te olvidé...

           Capítulo IV: Te Amé

           Te amé. Con salsa de soja. En invierno. Cuando me
           dejaste. Cuando me olvidaste. Te amé. Por mis huevos.
           Porque el cielo se abre. Porque él frío sabe a noches
           de  mango  y  alcohol.  Porque  no  sé  olvidarte.  Porque
           tus labios saben a perfume de ébano. Te amé. Porque
           me siento solo. Porque los días pasan a través de mi
           ventana,  llenando  el  ambiente  de  sabor  dulce  de  tu
           cabello. Porque Dios me odia. Porque no lo sé hacer.
           Te  amé.  En  una  partida  de  póquer.  Jugando  a  los
           bolos con el mundo entero. Te amé. Y te amaré. Donde
           no haya luz. Donde los recuerdos no signifiquen nada.
           En  el  misterio  de  mi  ausencia.  Desde  hace  un  mes.
           Te amé. Con leche y pastel. Con donas glaseadas de
           chocolate, mosquitos y miedo. En un accidente de auto.
           Cuando morí. Cuando la vida pasa ante ti. Llevándose
           los  momentos.  Te  amé.  Cantando  una  canción  sin
           nombre. Riendo. Soñando con lo increíble. Escuchán-
           dote.  Deteniendo  el  techo.  Te  amé.  Por  pendejo.  Sin
           entenderte.  Sin  siquiera  conocerte.  Al  ritmo  de  una
           batería,  con  guitarras  y  bajos,  tocando  una  rola  de
           Portishead,  mientras  estoy  soñando  con  tenerte,  con

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