Page 74 - Diálogos
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despedía. Te perdí. A fuerza de hambre. Durante el
ciclo rem y aquella plancha que me arrojaste. Te perdí.
Durante una cena de huevos y Alan. Por pendejo y
sobre el sudor del sexo. Te perdí. Por el dolor del
bronceado en la espalda. Te perdí. Por los grupos de
psicología, las prostitutas y la bebida. Te perdí. Ante
los ojos de tu madre muerta y por sobre Dios y la
madre tierra. Te perdí, durante el desayuno psicodélico
de caballos alados, hipopótamos con cara de Camila
y pies pequeños, donde caben abejas rosas con gran-
des antenas que captan mis sentidos, con arco iris de
cabellos de tierra, cabezas de diputados, mujeres con
cien tetas, cuerpos de cristal y camas de viento. so-
llozos, flautas de agua en pipas de papel corrugado,
por sobre las hojas con forma de pajarillos que cantan
sonata claro de luna, con manos que rezan y viejas
paredes blancas donde mil orejas escuchan lamentos,
en una ciudad de pequeños dedos, con autos y con-
taminación, con trastos en la alacena, con tus rizos
amarrados a la cama, con tu cabello negro y tu sexo
palpitante, con viajes de risas y ensueño, con vecinas
y colores que se respiran, pero no se ven y saben a
chocolate blanco, gris y negro. Te perdí...
Capítulo III: Te Olvidé
Te olvidé. Cuando no te encontré. Cuando mis viajes
terminaron. Cuando los sueños diluidos del frío senti-
miento se perdió en el horizonte del pensamiento.
Cuando las lágrimas se secaron. Te olvidé. Cuando deje
de sentir la basura dentro de mí. Cuando lejos de la
mente, deje de vivir. Te olvidé. Porque no me queda
nada más. Porque tú significas todo para mí. Te olvide.
Entre cientos de recuerdos. Respirando en un vaso de
cristal. Oyendo a través de una concha marina. Te
olvidé. Cuando me dijiste que ya no me amas. Cuando
te fuiste. Te olvidé. Porque el fuego lo consumió.
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