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vábanlos  cubiertos  con  sábanas  blancas;  por  las  calles  y  plazas  se  arrodilla-
          ban  los  indios,  haciéndoles  reverencia,  con  lágrimas  y  gemidos;  y  muchos
          españoles  les  quitaban  la  gorra,  porque  eran  cuerpos  de  Reyes,  de  lo  cual
          quedaban  los  indios  tan  agradecidos  que  no  sabían  cómo  decirlo.
               Esto  es  lo  que  se  pudo  haber  de  las  hazañas  del  Inca  Viracocha;  las
          demás  cosas  más  menudas  de  hechos  y  dichos  de  este  famoso  Rey  no  se
          saben  en  particular,  por  lo  cual  es  lástima  que,  por falta  de  letras,  muriesen
          y  se  enterrasen  con  ellos  mismos  las  hazañas  de  hombres  tan  valerosos.
               El  Padre  Blas  Valera  refiere  sólo  un  dicho  de  este  Inca  Viracocha;
          dice  que  lo  repetía  muchas  veces,  y  que  tres  Incas  (que  nombra)  le  dieron
          la  uadidón  de  él  y  de  otros  dichos,  que  adelante  veremos,  de  otros  Reyes
          Incas.  Es  acerca  del  criar  los  hijos,  que  como  este  Inca  se  crió  con  tanta
          aspereza  y  disfavor  de  su  padre,  acordándose  de  lo  que  había  pasado  ad-
          vertía  a  los  suyos  de  qué  manera  debían  criar  sus  hijos  para  que  saliesen
          bien  doctrinados.  Decía:  "Los  padres  muchas  veces  son  causa  de  que  los
          hijos  se  pierdan  o corrompan,  con  las  malas  costumbres  que  les  dejan  tomar
          en  la  niñez;  porque  algunos  los  crían  con  sobra  de  regalos  y  demasiada
          blandura,  y,  como  encantados  con  la  hermosura  y  ternura  de  los  niños,  los
          dejan ir a toda  su  voluntad, sin  cuidar de  lo  que  adelante,  cuando  sean  hom-
          bres,  les  ha  de  suceder.  Otros  hay  que  los  crían  con  demasiada  aspereza  y
          castigo,  que  también  los  destruyen;  porque  con  el  demasiado  regalo  se  de-
           bilitan  y apocan  las  fuerzas  del  cuerpo  y  del  ánimo,  y  con  el  mucho  castigo
          desmayan  y  desfallecen  los  ingenios  de  tal  manera  que  pierden  la  esperanza
          de  aprender  y  aborrecen  la  doctrina,  y  los  que  lo  temen  todo  no  pueden  es-
           forzarse  a  hacer  cosa  digna  de  hombres.  El  orden  qJJe  se  debe  guardar  es
          que  los  críen  en un medio,  de  manera  que  salgan  fuertes  y  animosos  para  la
          guerra  y sabios  y discretos  para  la  paz".  Con  este  dicho  acaba  el  Padre  Blas
           Valera  la vida  de  este  Inca  Viracocha.




                                 FIN  DEL  LIBRO  QUINTO

















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