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de  una  paja  blanda, larga  y suave,  que  se  cría  en  los  campos.  Con  estas  in-
             venciones  cubrían  sus  carnes  como  mejor  podían.  En  otras  naciones  hubo
             alguna  más  policía,  que  traían  mantas  mal  hechas,  mal  hiladas,  y  peor  te-
             jidas,  de  lana  o del cáñamo  silvestre que  llaman  cháhuar,  traíanlas  prendidas
             al cuello y ceñidas  al cuerpo, con  las  cuales  andaban  cubiertos  bastantemente.
             Estos  trajes  se usaban  en  aquella  primera edad,  y los  que  dijimos  que  usaban
             en  las  tienas  calientes,  que  era  andar  en cueros,  digo  que  los  españoles  los
             hallaron  en  muy  anchas  provincias  que  los  Reyes  Incas  aún  no  habían  con•
             quistado,  y hoy  se usan  en muchas  tierras  ya  conquistadas  por  los  españoles,
             donde  los  indios  son  tan brutos  que  no  quieren  vestirse,  sino  los  que  tratan
             muy  familiarmente  con  los  españoles  dentro  en  sus  casas,  y  se  visten  más
             por  importunidad  de  ellos  que  por  gusto  y  honestidad  propia,  y  tanto  lo
             rehusan  las  mujeres  como  los  hombres,  a  las  cuales,  motejándolas  de  malas
             hilanderas  y  de  muy  deshonestas,  les  preguntan  los  españoles  si  por  no
             vestirse  no  querían  hilar  o  si  por  no  hilar  no  querían  vestirse.





                                        CAPITULO  XIV

                   DIFERENTES  CASAMIENTOS  Y  DIVERSAS  LENGUAS.
                          USABAN  DE  VENENO  Y  DE  HECHIZOS



                N  LAS  DEMÁS  costumbres, como  el  casar  y el  juntarse,  no  fueron  mejores
             E los indios·de aquella gentilidad que en su vestir y comer, porque muchas
             naciones  se  juntaban  al  coito  como  bestias,  sin  conocer  mujer  propia,  sino
             como  acertaban  a  toparse,  y  otras  se  casaban  como  se  les  antojaba,  sin  ex-
             ceptuar  hermanas,  hijas  ni  madres.  En  otras  guardaban  las  madres  y  no
             más;  en otras provincias  era  lícito  y aun  loable  ser  las  mozas  cuan  deshones-
             tas  y  perdidas  quisiesen,  y  las  más  disolutas  tenían  cierto  su  casamiento,
             que  el  haberlo  Sido  se  tenía  entre  ellos  por  mayor  calidad;  a  los  menos  las
             mozas de  aquella  suerte eran  tenidas  por  hacendosas,  y de  las  honestas decían
             que  por  flojas  no  las  habfa  querido  nadie.  En  otras  provincias  usaban  lo
             contrario, que las  madres  guardaban  las  hijas  con  gran  recato,  y cuando  con-
             certaban  de  las  casar  las  sacaban  en  público,  y  en  presencia  de  los  parien-
             tes  que  se  habían  hallado  al  otorgo,  con  sus  propias  manos  las  desfloraban
             mostrando  a  todos  el  testimonio  de  su  buena  guarda.
                 En otras  provincias  corrompían  la  virgen  que  se  había  de  casar los  pa.
             rientes  más  cercanos  del  novio  y  sus  mayores  amigos,  y  con  esta  condición
             concertaban el casamiento  y así  la  recibía  después el  marido. Pedro de Cieza,
             capítulo  veinte  y  cuatro,  dice  lo  mismo.  Hubo  sodomitas  en  algunas  pro-

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