Page 125 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
P. 125
BATALLA DEL GRANICO 119
a las playas de la Tróade, para sacrificar a los dioses sobre la colina funeraria de
Protesilao, el primer héroe caído en la guerra contra Troya, implorando de ellos
un desenlace más feliz que el que aquel desventurado héroe tuviera en su expe
dición contra el oriente. Tras esto, fué embarcado el ejército; 160 trieras y mu
chos barcos de carga surcaron aquellos días las aguas que bañan las hermosas
playas del Helesponto, adornadas con las galas de la primavera, entre las costas
de aquella tierra que un día subyugara y flagelara Jerjes; el propio Alejandro,
empuñando el timón de su nave real, dejó atrás la tumba de Protesilao y puso
proa a la bahía que desde los tiempo de Aquiles y Agamenón venía llamándose
el Puerto de los Acayos y junto a la cual se levantaban los túmulos funerarios
de Ayax, Aquileo y Patroclo. A la altura del Helesponto, sacrificó a Poseidón y
ofrendó sus dones a las Nereidas en un cuenco de oro. Luego, las naves expedi
cionarias se acercaron a la playa, la triera de Alejandro fué la primera en tocar
tierra; desde la proa, el rey arrojó su lanza a la tierra enemiga y saltó a la playa,
el primero de todos, revestido de todas sus armas. Ordenó que se levantasen alta
res para señalar aquel sitio ante la posteridad. Después, se trasladó con sus estra
tegas y escoltado por los hipaspistas, a las ruinas de Ilion, sacrificó en el templo
de la Atenea iliónica, le ofrendó sus armas y tomó en vez de ellas otras de las que
se custodiaban en el templo, principalmente el escudo sagrado que se conside
raba como el de Aquiles. Sacrificó también ante el altar del Zeus protector de
los hogares en honor a la sombra de Príamo para aplacar su cólera contra el
linaje de Aquiles, puesto que el hijo de Aquileo había dado muerte al anciano
rey en el hogar sagrado. Y sobre todo, honró la memoria de su gran antepasado
Aquiles, coronó y ungió la tumba del héroe y su amigo Efaistón hizo lo mismo
con la de Patroclo. Luego, organizáronse torneos de todas clases. Acudieron mu
chas gentes, naturales del país y helenos, llevando al rey coronas de oro, entre
otros el ateniense Cares, señor de Sigeón, el mismo cuya entrega exigiera Ale
jandro un año antes del demos de Atenas. Al terminar las fiestas, el rey ordenó
que fuese reconstruida Ilion, concedió la autonomía y exención de impuestos
a los vecinos de la nueva ciudad y les prometió que seguiría acordándose de ellos.
BATALLA D EL GRÁNICO
Terminados estos preliminares religiosos, marchó hacia el llano de Arisbe,
donde había acampado el resto del ejército conducido por Parmenión, después
de desembarcar cerca de Abidos. Sin pérdida de momento, las tropas pusiéronse
en marcha para salir al encuentro del enemigo, del que se sabía que se hallaba
apostado en Zelea, como unas quince millas al este de allí. Pasaron por Percota
hacia Lampsaco, la ciudad de Memnón; los vecinos de esta ciudad enviaron una
embajada suplicando la gracia del rey; iba al frente de ella Anaximenes,. hombre
de ciencia bastante conocido y por quien Filipo había sentido cierta simpatía;
ante sus súplicas, Alejandro perdonó a la ciudad.