Page 191 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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CONQUISTA DE GAZA 185
cían el derecho monetario con la misma soberanía que Atenas y Argos y los demás
estados de la liga corintia. Pero al otro lado del Tauro cambia la cosa; las nume
rosas monedas de plata con el cuño de Alejandro que han llegado a nosotros pro
cedentes de las ciudades cilicias pertenecen todas ellas a las clases antiguas, y lo
mismo ocurre con las de Comagene, Damasco, Arado, Sidón, Ace y Ascalón; ade
más, se da la particularidad de que las inscripciones de estas monedas llaman casi
siempre a Alejandro rey, cosa que no ocurre, por regla general, con las acuñadas
por la misma época en Macedonia, Tracia y Tesalia.
Esto quiere decir, evidentemente, que si bien Alejandro dejó subsistente en
Cilicia, Siria, Celesiria y Fenicia el régimen de las comunidades urbanas, estas
ciudades no son ya estados autónomos, como lo eran las ciudades griegas del Asia
Menor; sus monedas demuestran que fueron acuñadas por orden del rey y bajo
su propia responsabilidad, o bien que sólo podían acuñar moneda ateniéndose al
sistema monetario implantado por Alejandro y a sus tipos, es decir, que sólo podían
acuñar dinero real.
En 1863 se descubrió cerca de Sidón, al cavar un huerto, un tesoro formado
por 3,000 monedas de oro, que no se diseminó como había ocurrido con los hallaz
gos de 1829 y 1852, sino que pudo ser catalogado e investigado, por lo menos
en su mayor parte, por competentes numismáticos. Entre las 1,531 estáteras así
descritas abundaban especialmente las de Ace, Sidón y Arado; de Cilicia había
algunas monedas; entre las ciudades de Macedonia, Tracia y Tesalia estaban repre
sentadas bastantes en esta colección, con uno o varios tipos de monedas; apenas
había algún cuño de la Hélade; en cuanto al Asia Menor, se encontraron los
cuños especiales de Quíos, Clazomene (?), Pergamón y Rodas, al igual que el del
rey Pnitágoras de la Salamina chipriota. “Estas monedas —dice uno de los infor
mes de los numismáticos— eran casi completamente nuevas; una parte conside
rable de ellas, sobre todo las acuñadas en Sidón, estaban todavía ásperas, como
recién salidas del troquel” . El hecho de que entre estas monedas no se encontrase
ninguna de los diadocos. que asumieron el título de reyes en el año 306, y de
que tres de la de Aceo ostentasen los números de años 23 y 24, permitió llegar
con seguridad a la conclusión de que este tesoro había sido enterrado antes del año
306 y poco después del 310, es decir, en una época en que aún subsistía formal
mente la monarquía de Alejandro y la organización del imperio creada por él.
Es notable que entre tantas monedas de oro no figurase ni una sola de Tiro;
puede que se tratase de una simple casualidad, aunque también cabría conjeturar
que, a raíz de su conquista, la condición política de esta ciudad era inferior a la
de las demás ciudades fenicias. Tienen especial interés las cifras correspondientes
a los años grabadas en las monedas de Ace; encontramos en ellas los números
conocidos ya por las monedas de Arado, desde el 21 hasta el 76; sabemos, por la
historia de los diadocos, que los Seléucidas dieron a la ciudad de Arado, en el año
258, su completa independencia, iniciándose así una nueva era para ella; esto
quiere decir que tanto Arado como Ace habían conocido una era anterior, que
databa del momento de la liberación del yugo persa, cabiendo únicamente la duda