Page 248 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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242 PACIFICACION DE GRECIA
con los contingentes de los aliados más seguros, atravesó el istmo con un impor
tante ejército —40,000 hombres, según los cálculos—; era lo suficientemente
fuerte para permitirse el lujo de agradecer los refuerzos que le brindaban quienes
ahora aparentaban haber movilizado sus tropas al servicio del rey de Macedonia.
Agis, cuyo ejército parece que no excedía de 20,000 hombres de infantería y
2,000 de caballería, levantó el sitio de Megalópolis para esperar el ataque del
enemigo un poco más atrás en el camino de Esparta, sobre un terreno más favo
rable, donde confiaba poder resistir la embestida del ejército macedonio. Prodú-
jose allí una batalla extraordinariamente sangrienta, en que los espartanos
y sus aliados realizaron, según rezan los informes, verdaderas proezas de bravura,
hasta que el rey Agis, cubierto de heridas y acosado por todas partes, sucumbió
ante la pujanza del enemigo y encontró la muerte que buscaba. Antipáter había
vencido en toda la línea, aunque sufrió también pérdidas de importancia.
PACIFICACIÓN DE GRECIA
La derrota de Megalópolis dió al traste con las esperanzas de los patriotas
helenos y con la tentativa de restaurar la hegemonía de Esparta. Eudamidas,
hermano menor y sucesor del rey muerto, el cual no había dejado hijos, había
sido contrario a esta guerra desde el primer momento y, a pesar de que los aliados
se habían replegado con los de Esparta sobre esta ciudad, aconsejó que se pusiera
fin a la resistencia; fueron enviados embajadores a Antipáter en petición de paz.
Antipáter pidió cincuenta muchachos espartanos como rehenes; se le ofrecieron
otros tantos hombres, y el vencedor se avino a ello; el pleito de la violación de la
paz fué llevado ante el sinedrio, convocado en Corinto; tras largas deliberaciones,
el sinedrio acordó poner la decisión en manos de Alejandro, tras lo cual se enviaron
embajadores espartanos al lejano oriente. La decisión dictada por Alejandro no
podía ser más indulgente: perdonaba lo pasado, aunque imponiendo a los elios y
a los acayos —que eran verdaderos miembros de la liga helénica, mientras que
Esparta no formaba parte de ella— una obligación de pagar 120 talentos a Mega
lópolis en concepto de indemnización. Es de suponer que Esparta se vería obliga
da ahora a ingresar en la liga; pero la constitución del viejo estado heráclido no
fué modificada en lo más mínimo ni su territorio sufrió ninguna nueva merma.
La tensión de espíritu reinante en Atenas cedería bastante ante lo ocurrido,
aunque los atenienses seguirían, naturalmente, refunfuñando y protestando contra
la situación. Poco tiempo después de la derrota de Agis en Megalópolis ventilá
base ante los jueces de Atenas el proceso contra Ctesifón. “Tened en cuenta
—dice Esquines en su discurso a los jueces— los momentos en que vais a emitir
vuestro fallo. Dentro de pocos días se celebrarán las fiestas píricas y se reunirá el
sinedrio de los helenos; en los tiempos que corren, la política de Demóstenes no
le es reprochada a él, sino a su ciudad; si le concedéis la corona propuesta por
Ctesifón, podrá pensarse fundadamente que estáis de acuerdo con los que han
violado la paz común.” Los atenienses considerarían, sin duda, como una gran