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376 LA TRAVESIA DE NEARCO
Nearco, a quien el extraño dijo que Alejandro se encontraba como a cinco días
tierra adentro, a la vez que se ofrecía para conducirle ante el hiparca de la región.
Así se hizo y Nearco discurrió con el hiparca el mejor medio de llegar hasta el
rey. Mientras volvía a donde había dejado la flota, con el fin de dejar todas las
cosas en orden y mandar que se atrincherara el campamento, el hiparca, deseoso
de ganarse el favor del rey llevándole la primera noticia del feliz arribo de la
flota, había salido corriendo hacia el interior del país por el camino más corto
para entregar a Alejandro aquel mensaje que había de causarle tantos disgustos,
por falta de confirmación.
Por fin, y a partir de ahora es el propio Nearco quien relata lo sucedido, las
providencias adoptadas con respecto a la flota y al campamento estaban ya tan
avanzadas en su ejecución, que, acompañado por Arquias de Pela, segundo coman
dante de la flota, y por cinco o seis hombres, partió del campamento hacia el in
terior del país. Por el camino se encontraron con algunos de los mensajeros
enviados por Alejandro para averiguar su paradero; pero no reconocieron a Nearco
ni a Arquias, cuyo semblante y figura habían cambiado tanto que parecían otros;
tenían el pelo y la barba muy crecidos, el rostro pálido, el cuerpo enflaquecido,
el vestido ,hecho andrajos y lleno de brea. Cuando los que subían hubieron pre
guntado a los que bajaban en qué dirección quedaba el campamento del rey, los
orientaron acerca del camino y ellos siguieron el suyo. Arquias, sin embargo,
sospechando lo que ocurría, dijo: “Me parece que esos hombres van buscándo
nos; no tiene nada de particular que no nos hayan reconocido, pues nuestras
fisonomías deben de haber cambiado mucho desde que salimos de la India; di
gámosles quiénes somos y preguntémosles a ellos qué comisión llevan”. Les dieron
alcance y Nearco les interrogó; contestaron que iban en busca de Nearco y del
ejército de la flota. Nearco dijo: “Yo soy el que buscáis, llevadnos ante el rey”.
Entonces, muy contentos, los subieron a su carro y los llevaron al campamento;
pero, por mucho que corrieron, se les adelantaron algunos con la noticia y la comu
nicaron en la tienda del rey: "Pronto llegará Nearco con Arquias y otros cinco
hombres”. Pero como el rey no sabía aún nada del resto del ejército y de la flota,
creyó que, aunque aquéllos se hubiesen salvado insospechadamente, la flota y el
ejército se habrían perdido, y sintió mayor tristeza todavía que antes. En esto,
Nearco y Arquias entraron en la tienda de Alejandro. Alejandro apenas los
reconoció, alargó la mano a Nearco, lo llevó a un lado y estuvo llorando largo
tiempo con él; por fin habló y dijo: “El volver a verte a tí y a Arquias hace que
la gran pérdida sufrida me sea menos dolorosa; y ahora cuéntame cómo perecie
ron mi flota y mi ejército” . A lo que Nearco contestó: “ ¡Oh rey!, las dos cosas, el
ejército y la flota, se han salvado para ti, y nosotros venimos aquí a anunciarte,
como mensajeros, su feliz arribo!” Al oír aquello, Alejandro rompió a llorar con
mayor fuerza, pero ahora eran lágrimas de alegría, y todos los que le rodeaban
prorrumpieron en gritos de júbilo; por su parte, Alejandro juró por Zeus y por
Ammón que aquel día era más caro para él que la posesión de toda el Asia.