Page 92 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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84 CAMPAÑA CONTRA LOS ILIRIOS
ba en la Cadmea con una fuerte guarnición y Antipatros tenía a su disposición
bastantes tropas dentro de la misma Macedonia, no podrían hacer gran cosa sin
el ejército que acompañaba al rey. Y este ejército encontrábase, indudablemente,
en una situación muy apurada; era mucho lo que Alejandro se jugaba en aquel
momento; un encuentro desgraciado con el enemigo, y todo el edificio trabajosa
mente levantado por él y por su padre se vendría a tierra.
Lángaro, el príncipe de los agríanos, que ya en tiempo de Filipo había dado
pruebas inequívocas de lealtad a los macedonios y cuyos contingentes habían
luchado con gran valentía en la campaña que acababa de terminarse, había ve
nido a reforzar el ejército de Alejandro con sus hipastistas y con las tropas me
jores y más aguerridas que tenía bajo su mando; y cuando el rey, preocupado
por la acogida que pudieran dispensarle los autariatas, se informó acerca de sus
fuerzas y de su armamento, Lángaro le tranquilizó, diciéndole que no tenía por
qué inquietarse con aquellas gentes, que eran los peores guerreros de la mon
taña; él mismo, si el rey le autorizaba, irrumpiría con sus tropas dentro de sus
tierras y les quitaría las ganas de hostilizar al ejército expedicionario. Alejandro
dió la autorización necesaria y Lángaro saqueó y devastó a placer los valles de
los autariatas, sin que éstos molestasen en lo más mínimo a los macedonios en
su marcha a través de su país. El rey, para premiar los servicios de su leal
aliado, le prometió en matrimonio a su hermanastra Cinna y le invitó a que
después de la guerra se trasladara a Pella para celebrar las bodas,. Pero el pro
yecto no pudo llegar a realizarse, pues Lángaro falleció de enfermedad poco des
pués de esta expedición.
En la potente cordillera que divide aguas entre los ríos macedonios y los
ilirios se abre, al sudeste del lago Licnitos (hoy, lago Ocrida), una brecha de
casi dos millas de ancho, por la que corre hacia el oeste el Apsos (Devol): esta
brecha forma el paso natural entre la altiplanicie macedónica y la Iliria. El rey
Filipo no había cejado en sus esfuerzos hasta extender sus dominios hasta las
aguas de aquel lago; entre las posiciones y los castillos que dominaban los ca
minos hasta aquel paraje, la mejor y la más importante era la fortaleza de mon
taña apostada en el desfiladero del Pellón; era como una obra avanzada sobre
las estribaciones montañosas de la Iliria, que la rodeaban como un circo, y pro
tegía al mismo tiempo la ruta que por el sur conducía del valle del Erigón al del
Aliacmon y a la Macedonia meridional; el camino que llevaba de aquí al Pelión
iba bordeando el Apsos, encajonado entre montañas, y era a trechos tan angosto
que apenas podía avanzar por él un ejército de cuatro hombres en fondo. Esta
importante posición estaba ya en poder del príncipe ilirio; Alejandro recorrió
a marchas forzadas la ruta del Erigón, aguas arriba, para reconquistar la forta
leza, a ser posible, antes de que llegasen a ella los taulantinos.
Al llegar delante de la ciudad, levantó un campamento junto al Apsos para
lanzar sus tropas al asalto al día siguiente. Clito había ocupado también, ya
para entonces, las alturas boscosas en torno a la ciudad, amenazando así la reta
guardia del enemigo, si se decidía a atacar; siguiendo la costumbre de su país