Page 335 - Egipto Tomo 1
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252                    EL CAIRO
                  Desde los tiempos más remotos habían comprendido los Faraones la necesidad de conocer
                el instante preciso en que comenzaba á decrecer la inundación; tanto que existen varios
                nilómetros que fueron erigidos en las remotas regiones de  la Xubia por reyes del antiguo
                imperio, es decir, por príncipes que gobernaban con anterioridad á la época de la invasión
                de  los Hyksos. La inundación  se juzgaba provechosa, según testimonio  de Herodoto.
                cuando el rio alcanzaba diez y seis codos sobre su nivel ordinario: siendo en mucho inferior
                á esta altura, los campos situados en la parte alta del valle quedaban improductivos por
                falta de agua y  la consecuencia inmediata era  el hambre: en cambio  si excedía mucho á
                este  nivel, rebasaba  los diques, perjudicaba las aldeas, y no habían vuelto las aguas a
                su cauce cuando llegaba la época de  la sementera. En  la comarca que nos ocupa, en la
                cual el labrador no tiene por que esperar el beneficio de la lluvia, pero en cambio tampoco
                por que temer las heladas, ni aún los fríos, las indicaciones del udómetro permitían á los
                           sacerdotes vaticinar con toda seguridad el resultado que podía esperarse,
                           llegada la estación de las cosechas, sirviendo también á los oficiales del
                           rey para la tasa de los impuestos, que se ajustaban completamente á las
                           condiciones de  la inundación. En  los tiempos antiguos y aún en  los
                           presentes, durante  el tiempo de  la crecida, no se consentía en manera
                           alguna que el labriego pudiera examinar las indicaciones del pilar escala,
                           bajo pretexto de que no podían excrutarse los designios de la divinidad;
                           procedimiento que no debe sorprendernos, pues no se concibe la existencia
                           de un soberano tan poco avisado que renuncie por propia voluntad  al
                           derecho de regular los impuestos á medida de sus necesidades. En tiempo
                           de los faraones eran los sacerdotes los encargados de anunciar al soberano
                           y á los súbditos el momento en que las aguas empezaban á decrecer: en el
                           dia hállase confiado este cargo á un funcionario especial que, previo  el
                           debido juramento, y bajo  la vigilancia de la policía del Cairo, llena este
                           servicio, valiéndose de un nilómetro especial cuyo cero hállase situado
                           algo más bajo que en el ántiguo nilómetro. Los primeros que advirtieron
                           el fraude fueron los ingenieros de la expedición francesa, á cuyas luces
                 ESCALA DEL MEDIDOR
                   DEL NILO
                           acudió el gobierno para fijar anualmente el máximo de la contribución.
                  Cuando  el Nilo ha alcanzado la altura de quince codos árabes antiguos y diez y  seis
                kirats, — siendo de advertir que cada codo de esta especie equivale á 54 centímetros, y  se
                divide en 24 kirats, — ha sobrepujado en más de ocho codos el nivel de las aguas bajas,
                alcanzando  la altura necesaria para temperar las partes elevadas del suelo,  ó, como dicen
                los árabes, ha llegado á su kefa.  El funcionario público que tiene á su cargo semejante
                inspección, comunica al pueblo, que aguarda ansioso,  esta buena nueva, y en  el mismo
                instante se procede á la abertura de los diques.  El descenso de las aguas ha sido esperado
                con  la misma ansiedad en todas  las épocas de  la  historia, y hoy mismo  se conservan
                         expresiones relativas á este acontecimiento, que se derivan en línea recta
                costumbres y
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