Page 338 - Egipto Tomo 1
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             del tiempo de los faraones, no obstante  los poderosos esfuerzos que se  hicieron desde
             el momento en que se estableció  la religión cristiana, y posteriormente, cuando el pueblo
             egipcio se convirtió al Islam, para extirpar y arrancar de raíz  el antiguo culto  al Nilo,
             con sus formas brillantes, bizarras y por demás sorprendentes. Nada tiene  el hecho de
             extraordinario: sabido es que toda religión que se extingue, lega  al nuevo culto que la
             sucede no pocas  prácticas y creencias que viven con  el carácter de supersticiones. Un
             documento cristiano del siglo sexto nos demuestra, que de Osiris había pasado á no sabemos
             que san Orion «el crecimiento periódico  del Nilo.»  Los sacerdotes  del tiempo antiguo
             enseñaban que la crecida del rio era debida á una lágrima de Isis: los egipcios de nuestros
             dias repiten aún que una gota divina caída en el cauce del mismo determina la inundación.
                En cuanto se rompen los diques arrójase á la corriente en medio de la algazara y general
             regocijo una figura groseramente confeccionada con barro del rio, la cual se designa con
             el nombre de  ¡a desposada,  práctica que, como fácilmente puede comprenderse, ‘es una
             simple y  feliz reminiscencia de la que en tiempos muy remotos se usaba, arrojando  al
             rio una tierna doncella vestida con  traje nupcial,  con cuyo acto se pretendía conseguir
             la benevolencia y protección de la divinidad. Suprimida esta costumbre, como posterior-
             mente á la fundación de Fostat no alcanzaran las aguas  el nivel que era menester,  los
             coptos , según refiere Ibn—Avas  , suplicaron al gobernador Amr que les permitiera tributar
             al rio la ofrenda á que tenia derecho, á lo cual no accedió aquel en manera alguna; mas
             como las aguas continuaban bajas, y era inminente el peligro del hambre, Amr se creyó
             obligado á poner en conocimiento del  califa Ornar  lo que estaba pasando.  El mensajero
             de quien se sirviera para semejante menester, trájole en contestación una carta con orden
             de arrojarla al rio: cumplió Amr tal cual se  le había mandado, y aquella misma noche
             las aguas alcanzaron la altura de los diez y seis codos. La carta del jefe de los creyentes se
             hallaba concebida en los siguientes términos:  «Al Nilo bendición del Egipto.» — «Si has
             »corrido hasta ahora á impulsos de tu sola voluntad, abandona tu curso; mas si la inun—
             » dación se halla sometida á las disposiciones del Dios Altísimo, rogamos al soberano Señor
             »que permita que  las aguas  lleguen  á su completo crecimiento.» Semejante  historia,
             siquiera interesante, no reúne  caracteres de  verosimilitud, pues en  la antigua  religión
             egipcia, del mismo modo que en la cristiana, no se practicaban los sacrificios humanos. Lo
             probable es que anteriormente á la introduccicn del Islam se arrojara al rio no una joven,
             sino una ofrenda, y  Makrizi refiere con verdadero lujo de detalles, que no dan lugar á la
             duda más insignificante, que á  principios  del  siglo décimo cuarto de nuestra era,  los
             cristianos acostumbraban aún arrojar al rio una preciosa cajita de madera que encerraba
             el dedo de un santo, á fin de alcanzar una buena inundación. Y aquí es ocasión de consignar
             que  el problema de la realización periódica de las inundaciones se ha resuelto hace mucho
             tiempo, sabiéndose hoy de un modo positivo que es debida á las abundantes lluvias que
             todos los años, en época determinada, caen en las regiones tropicales, y á la licuación de
             las nieves que, coincidiendo con aquellas,  se verifica en  las montañas del país en que
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