Page 343 - Egipto Tomo 1
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260                     EL CAIRO
                                        y sacerdotes;  ]os judíos  dirigidos por sus lectores  y
                                        rabinos  penetraron  en  el anchuroso  patio de  este
                                        templo y unánimes elevaron sus preces al Altísimo!
                                        Si el único objeto de tan grandiosa procesión no se
                                        hubiese reducido simplemente á alcanzar un beneficio
                                        material, la crecida del Nilo, hablaríamos de ella con
                                        más entusiasmo todavía que al presente.
                                          Un exámen  detenido de  la  disposición  de  este
                                        edificio nos parece tanto más necesario, cuanto que
                                        constituye la muestra más acabada del templo en la
                                        época más antigua del arte árabe. En su origen no
                                        constituía la mezquita en manera alguna un edificio
                                        destinado al culto y á la oración, sino un patio abierto,
                                        rodeado de pórticos, sostenidos por pilastras ó colum-
                                        nas, de los cuales los situados en dirección á la Meca
                                        se distinguen de los demás por la abundancia de sus
                                        adornos. En ninguna mezquita pueden faltar los al-
                                        minares, que son unas torres elevadísimas construidas
                                        ordinariamente al lado de la portada, con frecuencia
                                        encima de la puerta, y á los cuales sube  el muezin
                                        para llamar á los  fieles á  la oración. El patio del
                                        templo que existia en la Meca antes del Islam, debe
                                        ser considerado como el prototipo de la mezquita en su
                                        más rudimentaria sencillez. Debe tenerse en cuenta
                                        además, que las artes plásticas, sin que pretendamos
                                        averiguar las causas de ello, no hicieron grandes pro-
                                        gresos en la patria de Mahoma, y de ello tenemos una
                                        prueba en el hecho de que las construcciones domés-
                                        ticas se llevaban á cabo valiéndose de materiales tan
                                        simples como  el  fango y  los troncos y  ramas  de
                                        palmera. Hoy mismo la célebre mezquita de la Meca
                                        se reduce á un gran patio porticado en cuyo centro se
                                        levantan  la Caaba y  el pozo de Zenozem. Acaso  el
                                        primer alminar no fué más que un robusto tronco de
                                        palmera al cual subia el sacerdote para llamar á los
                                        fieles á la plegaria. Más adelante, cuando la religión
                                        del Profeta resolvió elevar templos, los creyentes aco-
                                        modaron más ó ménos violentamente á sus fines los
                   ALMINAR DE LA GRAN MEZQUITA DE BARKUK
                                        productos del arte existentes en los países que some—
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