Page 347 - Egipto Tomo 1
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264 EL CATEO
con la deslumbradora claridad del exterior, ábrese el nicho para las plegarias, mirabh ó
kiblah, que no falta en mezquita alguna, el cual sirve para indicar á los creyentes la dirección
de la Meca, léese desde él el Coran en los dias festivos y con frecuencia se ofrece adornado de
ricos mosaicos y de incrustaciones de pedrería. A la izquierda del mirabh vése el mimbar
6 púlpito, construido de madera, al cual se sube por medio de una escalera, cubierta de
delicada labor de talla, ó de acabadísimos trabajos de taracea, que remata en una cúpula
en forma de cebolla, parecida á un turbante, sostenida á su vez por un ligero baldaquino
de madera. A la derecha del nicho veíase el atril (kursi), hoy destruido, sobre el cual en
todas las mezquitas está colocado el Coran durante los oficios. Más cerca del patio, en la
misma línea de columnas que el mimbar, se levanta un estrado de madera, clikkeh, con
su balaustrada ó antepecho, comunmente sostenido por cuatro piés ó columnillas, unas
veces de quita y pon, otras sólidamente fijado á las
columnas de la mezquita, y destinado á pronunciar desde
él, en los viérnes, las alabanzas de Dios y del Profeta,
de lo cual están encargados los auxiliares del imán ó
jetife, á los cuales incumbe repetir los versículos del
Coran , que se leen en el mirabh, en voz elevada, á fin
de que pueda ser oida por los oyentes situados en los
sitios más extremos de la mezquita.
Abdallah, hijo del fundador de Fostat.y del templo, es
el santo que se venera en este sitio; pero su tumba
situada al Noroeste del livan, llama ménos la atención
de los habitantes del Cairo que tres columnas existentes
en la mezquita. De ellas dos pareadas se levantan en el
pórtico del Oeste, desgraciadamente arruinado, siendo
tal la veneración de que son objeto, que al decir de las
PRUEBA DE VIRTUD gentes sólo pueden pasar entre las mismas los verdade-
mejor bebido, á duras penas puede
ros creyentes. La verdad es que el rico, bien comido y
pasar por este verdadero ojo de aguja; cuando el pobre, flaco y mal alimentado, puede haceilo
con gran facilidad : así es que más de un buen musulmán contempla con pena su prominente
barriga, no quedándole más recurso, para no hacer triste figura, que poner huena cara a
las cuchufletas de los flacos, cuando el paso resulta angosto de sobras para lo que á su
abdomen seria menester.
La tercera de las columnas á que hemos aludido, y que se visita también por los
peregrinos, hállase situada en el livan cerca del nicho de las plegarias: conserva las señales
del látigo del Profeta, ó, según otros que saben que esta mezquita no fué construida
hasta después de la muerte de Mahoma, las del que empuñara el califa Omar. En cuanto
Amr comenzó á construir el gran patio, solicitó de éste ó de aquél, — --digamos del califa paia
encerrarnos en los límites de la verosimilitud histórica, — que se sirviera enviarle una de las