Page 358 - Egipto Tomo 1
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               de todos, v especialmente de los poetas á quienes habia protegido con mano liberal. La
               imaginación popular herida por los contrastes que ofrecen los oscuros comienzos de su vida,
               v la esplendente gloria que coronara sus dias postreros,  forjó diferentes leyendas encami-
               nadas á demostrar que los adivinos habian ya vaticinado su futura grandeza. «Un dia,»
               refiere Abn-Djafar-el-Mantiki  , «llamóme á su lado y preguntóme si conocía á un estrellero
               »que vivía en una determinada casa, á lo cual contesté afirmativamente. — ¿Y qué hace?
               » Murió hace largos años. — Escucha, continuó: un dia que pasaba cerca de él, llamóme y
               »me dijo: ¿Permites que te revele cual ha de ser tu suerte?— Lo permito. — En consecuencia
               » contempló los astros, y exclamó: Serás dueño en esta ciudad, y mandarás en ella según tu
                     Traía conmigo dos dirbem, y como se los ofreciera me dijo: — ¿Y esto qué es? —
               »antojo.
               »A lo cual contesté; lo único' que puedo ofrecerte. — Y él continuó. — Pues todavía quiero
               » comunicarte algo más.  Serás dueño de más que de esta ciudad, y áun alcanzarás los
               » honores más elevados: cuando esto acontezca, acuérdate de mí. Esto dicho fuime. Ahora
               »bien: ayer le  vi en sueños, y  oí su voz que me decía: No has cumplido tu palabra.
               »Deseo pues que  te enteres de  si ha dejado herederos. En vista de esto me dirigí á  la
                                 supe que habia dejado dos hijas de las cuales la una está casada.
               » casa en que habia vivido, y
               » Kafur compró una casa de cuatrocientos dinares, se la regaló y á  la que está soltera  le
                » entregó además doscientos dirhem para ayudarla á establecerse.» Á su muerte le sucedió
               el nieto de su señor, Mahometo , que contaba once años , y los parientes se aprovecharon de
               la incapacidad del niño para apoderarse de su herencia.
                  En medio de las calamidades que sufría el Egipto, se comprende que no habia de ofrecer
                gran dificultad el hacerse dueño del mismo al que se sintiera con condiciones para intentarlo.
                Este hecho no se hizo esperar
                  Diez años antes, un hombre decidido y  resuelto, Obeid-Allah, que con razón ó sin ella
                se hacia pasar por uno de los descendientes de Alí, esposo de Fatima, hija del Profeta,
                habia fundado en el Norte del Africa un nuevo reino schiita, adoptando el nombre de Mehdi
                (el conducido por Dios)  y  establecido en una de  las penínsulas del golfo de Túnez  la
                floreciente residencia de Mahadiá,  al presente  del todo  destruida.  Después de repetidas
                       sus sucesores lograron hacerse dueños de la mayor parte del África septentrional,
                luchas él y
                de la Sicilia y la Cerdeña.  Ivassim, hijo de Obeid-Allah, habia llevado sus armas al Egipto,
                               conquistado el Fayum. Cincuenta años más tarde, el último de sus
                atacado la Alejandría y
                nietos, Mo’ezz, llamado por los emires egipcios, intentó apoderarse de todo el valle del Nilo.
                En febrero de 969 envió á su general Djohar hácia el este con tropas elegidas.  El  visir
                Ibn-el-Forat,  á  quien  hicieron  traición  sus  compañeros,  y  que después de haberse
                apoderado de su persona le devolvieron la libertad, á fin de que hiciera frente al enemigo
                común, no pudo contener la invasión.  Después de algunas  alternativas y de diferentes
                negociaciones y hostilidades, durante las cuales los Mogrelitas iban ganando teiieno pau-
                latinamente, trabóse una batalla decisiva en las cercanías de Gizeh. Los partidarios de
                la dinastía Ikhisita fueron vencidos y apelaron á la fuga tomando diferentes direcciones.
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