Page 358 - Egipto Tomo 1
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276 EL CAIRO ——
de todos, v especialmente de los poetas á quienes habia protegido con mano liberal. La
imaginación popular herida por los contrastes que ofrecen los oscuros comienzos de su vida,
v la esplendente gloria que coronara sus dias postreros, forjó diferentes leyendas encami-
nadas á demostrar que los adivinos habian ya vaticinado su futura grandeza. «Un dia,»
refiere Abn-Djafar-el-Mantiki , «llamóme á su lado y preguntóme si conocía á un estrellero
»que vivía en una determinada casa, á lo cual contesté afirmativamente. — ¿Y qué hace?
» Murió hace largos años. — Escucha, continuó: un dia que pasaba cerca de él, llamóme y
»me dijo: ¿Permites que te revele cual ha de ser tu suerte?— Lo permito. — En consecuencia
» contempló los astros, y exclamó: Serás dueño en esta ciudad, y mandarás en ella según tu
Traía conmigo dos dirbem, y como se los ofreciera me dijo: — ¿Y esto qué es? —
»antojo.
»A lo cual contesté; lo único' que puedo ofrecerte. — Y él continuó. — Pues todavía quiero
» comunicarte algo más. Serás dueño de más que de esta ciudad, y áun alcanzarás los
» honores más elevados: cuando esto acontezca, acuérdate de mí. Esto dicho fuime. Ahora
»bien: ayer le vi en sueños, y oí su voz que me decía: No has cumplido tu palabra.
»Deseo pues que te enteres de si ha dejado herederos. En vista de esto me dirigí á la
supe que habia dejado dos hijas de las cuales la una está casada.
» casa en que habia vivido, y
» Kafur compró una casa de cuatrocientos dinares, se la regaló y á la que está soltera le
» entregó además doscientos dirhem para ayudarla á establecerse.» Á su muerte le sucedió
el nieto de su señor, Mahometo , que contaba once años , y los parientes se aprovecharon de
la incapacidad del niño para apoderarse de su herencia.
En medio de las calamidades que sufría el Egipto, se comprende que no habia de ofrecer
gran dificultad el hacerse dueño del mismo al que se sintiera con condiciones para intentarlo.
Este hecho no se hizo esperar
Diez años antes, un hombre decidido y resuelto, Obeid-Allah, que con razón ó sin ella
se hacia pasar por uno de los descendientes de Alí, esposo de Fatima, hija del Profeta,
habia fundado en el Norte del Africa un nuevo reino schiita, adoptando el nombre de Mehdi
(el conducido por Dios) y establecido en una de las penínsulas del golfo de Túnez la
floreciente residencia de Mahadiá, al presente del todo destruida. Después de repetidas
sus sucesores lograron hacerse dueños de la mayor parte del África septentrional,
luchas él y
de la Sicilia y la Cerdeña. Ivassim, hijo de Obeid-Allah, habia llevado sus armas al Egipto,
conquistado el Fayum. Cincuenta años más tarde, el último de sus
atacado la Alejandría y
nietos, Mo’ezz, llamado por los emires egipcios, intentó apoderarse de todo el valle del Nilo.
En febrero de 969 envió á su general Djohar hácia el este con tropas elegidas. El visir
Ibn-el-Forat, á quien hicieron traición sus compañeros, y que después de haberse
apoderado de su persona le devolvieron la libertad, á fin de que hiciera frente al enemigo
común, no pudo contener la invasión. Después de algunas alternativas y de diferentes
negociaciones y hostilidades, durante las cuales los Mogrelitas iban ganando teiieno pau-
latinamente, trabóse una batalla decisiva en las cercanías de Gizeh. Los partidarios de
la dinastía Ikhisita fueron vencidos y apelaron á la fuga tomando diferentes direcciones.