Page 367 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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356 Parte III.—Textos: Tadbirat, 216, 226, 227
pués otra distinta, es que se trata de un espíritu satánico. Si persiste
en comunicarte una sola y la misma cosa, todavía estarás expuesto
también a prueba, respecto de su naturaleza. No aceptes, pues, nada
de lo que te comunique, si deseas acertar, más que aquellas ideas que
te vengan en el estado de total inconsciencia, sin el acompañamiento
de imágenes y especies sensibles, sino, antes bien, despojadas de todo
lo que no sea la mera aprehensión de lo que se te quiere significar...
[2.°—METODO DE INICIACION ASCETICA]
[226] Ten entendido, ¡oh tú que quieres salvar tu alma!, que lo pri-
mero que te es preciso, antes que nada, es buscar un maestro que te
descubra los defectos de tu alma y te libre del yugo de tus apetitos.
Eso, aunque para encontrarlo tengas que ir a los más remotos países
de la tierra. Entretanto, durante el tiempo que emplees en buscarlo
hasta que lo encuentres, yo te recomendaré qué es lo que debas
hacer. Mas, una vez que lo hayas encontrado, sométete a él y haz voto
de ser sincero en su servicio, pues el presente es más perspicaz que
el ausente. Has de estar, pues, entre sus manos, como el cadáver entre
las manos del que lo lava para enterrarlo, sin que te venga jamás a
las mientes la idea de contradecirle, aunque lo veas con tus propios
ojos [227] traspasar la ley divina, pues el hombre no es impecable.
No le ocultes tampoco cosa alguna, de las que en tu alma tengas, sean
buenas o malas, en lo que quiera que sea.
No te coloques en su sitio, ni te vistas su hábito. No te sientes
en su presencia, si no es como quien está dispuesto a levantarse siem-
pre, cual el siervo ante su señor. Si te manda hacer algo, permanece
quieto hasta enterarte bien de lo que te manda, y no te apresures a cum-
plirlo sin conocer previamente lo que quiere que hagas. Ni tampoco le
repliques ni le preguntes la causa de lo que te ordena hacer.
Cuando le describas alguno de los estados espirituales que te hayan
sobrevenido en sueños o en otra ocasión cualquiera, no le pidas que te
lo explique, y, en general, cuando le hables de algo, no le pidas que te
conteste, ni tampoco le aduzcas como posible solución la doctrina de
cualquier autor.