Page 71 - Popol Vuh
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El Popol Vuh                                                                                      71
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                   He aquí ahora los nombres de la sexta generación de jefes, los dos muy grandes jefes: E-
            gag-Quicab, nombre de un jefe; Cavizimah, nombre del otro. Quicab, Cavizimah, hicieron mucho;
            engrandecieron  el  Quiché  por  su  existencia  verdaderamente  sabia.  He  aquí  la  humillación,  la
            destrucción,  de  los  barrancos,  de  las  ciudades,  de las tribus pequeñas, de las tribus grandes,
            muy  cercanas,  entre  las  cuales  estaban  antaño  la  ciudad,  la  colina,  de  los  Cakchequel,  la
            Chuvila149   actual,  y  la  colina  de  los  Rabinal,  la  Pamaca150  ,  la  colina  de  los  Caok,  la  Zaka-
            baha151 , así como la ciudad de Zakuleu152 , Chuvi-Migina153 , Xelahu154 , Chuva-Tzak155 , y
            Tzolohche156  .  Quicab  los  detestaba;  hizo  la  guerra;  en  verdad,  él  humilló,  destruyó,  los
            barrancos,  las  ciudades,  de  los  Rabinal,  de  los  Cakchequel,  de  los  Zakuleu.  Llegó,  venció,  a
            todas las tribus. Quicab llevó lejos sus armas. Cuando una fracción, dos fracciones, no traían el
            tributo  de  todos  sus  bienes,  él  humillaba  a  sus  ciudades.  Las  tribus  trajeron  el  tributo  ante
            Quicab,  Cavizimah.  Entraron  en  servidumbre;  fueron  desangradas,  fueron  asaetadas  en  los
            árboles; no tuvieron ya gloria, no tuvieron ya renombre. Tal fue la destrucción de las ciudades, al
            instante  destruidas  sobre  la  tierra.  Como  hiere  el  relámpago  y  destruye  a  la  piedra,  [Quicab]
            aterrorizaba de súbito, sometía a las tribus. Delante de Colché, un montículo de piedras es hoy la
            señal de una ciudad; poco falta para que no esté tallada como si él la hubiera cortado con el
            hacha; allá, en el valle llamado Petatayub, está visible ahora; todos los hombres vieron al pasar
            ese  testimonio  de  la  bravura  de  Quicab.  No  se  le  pudo  matar,  no  se  le  pudo  vencer.
            Verdaderamente era un Varón; tomó los tributos de todas las tribus. Cuando, habiendo celebrado
            consejo, todos los jefes fueron a fortificar los contornos de los barrancos, los contornos de las
            ciudades,  él  humilló  a  las  ciudades  de  todas  las  tribus.  Después  salieron  los  guerreros
            exploradores, fueron creados los clanes que debían habitar en las colinas [abandonadas]. “Si la
            tribu volviera a habitar la ciudad”, decían todos los jefes, uniendo sus Sabidurías. [Los guerreros]
            iban  entonces  a  los  lugares  designados.  “Como  nuestra  muralla,  como  nuestro  clan,  como
            nuestras  empalizadas,  nuestras  fortalezas,  será  esto.  Que  ésta  sea  nuestra  valentía,  nuestra
            bravura”, decían todos los jefes en los lugares indicados, cada uno para su clan, para combatir a
            los guerreros [enemigos]. Cuando esto fue ordenado, fueron a los lugares designados a habitar el
            país de las tribus; fueron para esto a aquellas regiones. “No os asustéis si hay guerreros que
            marchan contra vosotros para mataros; venid aprisa a decir [me] lo; yo iré y los mataré”, les dijo
            Quicab cuando dio sus órdenes a todos y al Eminente, al Hablador de los Hombres. Entonces
            fueron los arqueros, los honderos, así llamados; no fueron más que los antepasados, los padres,
            de  todos  los  hombres  Queche;  estaban  en  cada  colina,  solamente  para  guardar  las  colinas,
            solamente para velar sobre las flechas, las hondas, para guardar [las] [contra] la guerra, cuando
            fueron.  Sin  alba  diferente,  sin  dioses  diferentes,  solamente  para  fortificar  sus  ciudades157  .
            Entonces  todos  aquellos  [ocupantes]  salieron:  Los  de  Uvila,  Los  de  Chutimal,  Zakiya,
            Xahbaquieh, Chi-Temah, Vahxalahuh, con los de Cabrakán, Chabicak-Chi-Hunahpu, con Los de
            Maká, Los de Xoyabah, Los de Zakcabaha, Los de Zihaya, Los de Migina, Los de Zelahub, de las
            llanuras,  de  los  montes;  salieron  a  velar  sobre  la  guerra,  a  guardar  la  tierra  adonde  iban  por
            [orden de] Quicab, Cavizimah, Consejero, Consejero Lugarteniente, y del Eminente, el Hablador
            de los Hombres, los cuatro jefes. Fueron enviados para velar sobre los guerreros [enemigos] de
            Quicab. Cavizimah, nombres de los dos jefes ante los Cavik; de Quemá, nombre del jefe ante los
            Niha; de Achak-lboy, nombre del jefe ante los Ahau-Quiché. Tales son los nombres de los jefes
            que  enviaron,  que  expidieron,  cuando  sus  hijos,  su  prole,  fueron  a  las  colinas,  a  cada  colina.
            Primero fueron. [En seguida] llegaron prisioneros, llegaron cautivos, ante Quicab. Cavizimah el
            Eminente, el Hablador de los Hombres. Los arqueros, los honderos, hicieron la guerra, hirieron
            prisioneros,  hicieron  cautivos.  Aquellos  guardianes  llegaron  a  ser  Varones;  su  renombre,  su
            memoria, se acrecentaron  por los jefes cuando regresaron a darles lodos sus prisioneros, sus
            cautivos. En seguida se unieron los consejos de los jefes: Consejero. Consejero Lugarteniente.

            Instituto Cultural Quetzalcoatl                                                  www.samaelgnosis.net
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