Page 70 - Popol Vuh
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El Popol Vuh 70
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Así se completaron los veinticuatro jefes, y las veinticuatro grandes Mansiones existieron.
Entonces crecieron la fuerza, la dominación, en Quiché; entonces se ilustró, entonces dominó la
grandeza de la raza Quiché. Entonces fue pulverizada la cal, fue pulverizada la tierra blanca, para
el barranco, la ciudad. Las tribus pequeñas, las tribus grandes, vinieron adonde estaba el nombre
del jefe que [hacía la] grandeza del Quiché; entonces nacieran la fuerza, la dominación. Entonces
nacieron la Casa de los Dioses y las casas de los jefes. [Éstos] no las edificaron, no trabajaron en
ellas, no hicieron [ellos mismos] las casas; no hicieron ni siquiera la Casa de los Dioses; [todo
esto no fue hecho] más que por sus hijos, su prole, [quienes se habían] multiplicado146 . Éstos no
fueron tomados por violencia, por astucia, por rapto; en verdad sobre cada uno de ellos
[gobernaban] sus jefes [propios]147 . Numerosos eran los hermanos mayores, los hermanos
menores. Reunieron sus existencias. Acrecieron el renombre de cada uno de los jefes.
Verdaderamente preciosa, verdaderamente grande, [era] la potencia de los jefes; el respeto hacia
los jefes creció, y su gloria nació por los hijos, la prole, cuando se multiplicaron también los del
barranco, los de la ciudad. Ciertamente, no todas las tribus vinieron a darse así, como cuando
durante la guerra se habían humillado los barrancos, las ciudades, sino que por los jefes Sabios
se ilustraron el jefe Gucumatz, el jefe Cotuha. En verdad, aquel Gucumatz llegó a ser un jefe
Sabio. Una hebdómada para subir al cielo; una hebdómada caminaba para descender a Xibalbá.
Una hebdómada él era serpiente, se volvía realmente serpiente: una hebdómada se hacía águila,
una hebdómada también jaguar, se volvía verdaderamente la imagen del águila, del jaguar; una
hebdómada aún, sangre coagulada, volviéndose solamente sangre coagulada. Verdaderamente,
la existencia de aquel jefe Sabio espantaba ante su rostro a todos los jefes. El rumor se divulgó;
todos los jefes conocieron la existencia de aquel jefe Sabio. Tal fue el origen de la grandeza del
Quiché cuando el jefe Gucumatz hizo aquellos signos de su grandeza. Su faz no se perdió en los
corazones de los nietos, de los niños. Él no hizo aquello para que hubiese un jefe Sabio sino
para, por su existencia, hacer someterse a todas las tribus, para, por sus actos, estar solo a la
cabeza de las tribus148 . Aquellos jefes Sabios llamados Gucumatz [y Cotuha]fueron la cuarta
generación de jefes y verdaderos Consejero. Consejero Lugarteniente. Quedó su posteridad, su
descendencia, que tuvo la fuerza la dominación cuando engendraron hijos que hicieron mucho.
Así fueron engendrados Tepepul, Ztayul, cuyo gobierno fue la quinta generación: fueron jefes:
cada generación de jefes engendró.
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