Page 141 - Jaly
P. 141
las palabras, pero no es suficiente. Tam- LA FIRMA DE MARÍA ANTONIETA
bién se requiere que el sujeto posea un
código que le permita interpretar lo que María Antonieta contempla con inde-
lee. En relación con este punto, se tiende cible terror la pluma que le tiende
a pensar que el lector tiene una especie una mano deferente.
de «diccionario mental» que le permite Mientras se trataba de desfilar, de
descifrar el significado de las palabras y saludar y bajar escaleras con gracia,
que uno de los factores que determina las todo marchaba a las mil maravillas y
diferencias en la comprensión es la ampli- todo el mundo admiraba la facilidad y
la seguridad con que cumplía su
tud del mismo –la cantidad de vocabula-
papel. Pero ante esa hoja blanca se
rio que conoce el sujeto– y la rapidez con turba y pierde su aplomo.
que puede acceder a él –que dependería Recuerda de pronto los días de
de la familiaridad con el tema de lectura
Viena, en la sala de estudio, inclinada
y con los términos relacionados con el
sobre su eterno martirio: las tareas de
mismo (Schwartz, 1984). Pero eso no es caligrafía. Pero allí, el maestro indul-
necesariamente cierto. Al menos, no del gente le ayudaba, a veces, trazando
modo indicado por Schwartz. Es necesa- previamente con lápiz los caracteres
rio considerar también otros factores. que ella no tenía a continuación más
Las investigaciones más recientes (Sei- que cubrir con tinta.
denberg, 1990, 1995; Seidenberg y Aquí no es posible eso. Tiene que
McClelland, 1989) señalan que el contex- escribir con su propia mano en un
to en el que van apareciendo las palabras espacio virgen toda esa serie intermi-
también influye en el reconocimiento del nable de letras que forman sus cuatro
significado, tal y como indica la figura I. nombres y, lo que le resulta particu-
Actualmente, por lo general, suele acep- larmente más complicado, hacer las
tarse la idea de que se puede acceder al letras al mismo nivel.
significado a partir de la porción inicial de Empuña temblorosa su herramien-
las palabras (de Vega y otros, 1990), y de ta, que no parece querer obedecerle.
Su primer nombre «Marie», surge sin
que este acceso se ve facilitado por el
incidente. Pero al llegar al segundo la
hecho de que la nueva información se
mano desfalleciente le hace romper el
sitúa en el contexto de lo que se ha leído, equilibrio de la línea iniciada.
conforme a la representación previa que
La catástrofe viene en el tercero.
uno se ha ido formando. Tanto el contex-
Desde la primera letra, la pluma se
to, como la representación previa restrin- engancha en el papel y surge una
gen los significados posibles de los nue- espesa mancha de tinta que cubre la
vos términos según van apareciendo en la parte superior de la mayúscula inicial.
lectura. Eso sí, si el lector es un aprendiz Termina por fin como Dios le da a
que prácticamente sólo tiene presente la entender su firma de escolar desapli-
palabra inmediatamente anterior o está cado, que desentona entre las once
prestando una atención superficial al signi- firmas principescas, impecables todas
ficado de lo que lee, es poco probable que ellas, que cubren el acta.
sea capaz de usar información proporcio-
nada por el texto con anterioridad, aunque El término «firma» que aparece en el
ésta podría facilitarle la comprensión. título, que evoca una situación de escritu-
Consideremos, por ejemplo, el título ra, el verbo «contempla», que pide un
y la primera frase del texto siguiente: objeto que contemplar, y el artículo «la»,
130