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En los bastidores del cine porno mexicano






                                          entre la baja calidad y los sueldos precarios



                    El porno en México se hace en los hoteles más baratos. Trescientos pesos,

                  unos 16 dólares, cuesta la habitación donde se grabará la película. Algunos

                  expertos apuntan a que ni siquiera se puede hablar de una industria. El ma-

                  yor productor del país es un mexicano que iba para cura. No hay muchas

                  actrices fijas, la mayoría cobran menos de 500 dólares al mes, y a muchos

                  actores ni se les paga. Esto es lo que no se ve en los vídeos, lo que ocurre

                  tras las bambalinas del cine porno mexicano.




                    Helena Danae es su nombre artístico. Tiene hoy 19 años, pero cuando co-

                  menzó a hacer cine porno tenía 18 y se convirtió en la actriz más joven del

                  ramo. Ha logrado posicionarse en menos de un año como una de las más

                  cotizadas. En una austera habitación de hotel de la Ciudad de México esco-

                  ge el vestuario que usará en su próxima escena. De una maleta verde, a re-

                  bosar de ropa sin ningún orden, saca dos prendas minúsculas con la ayuda

                  de su representante y director, Fernando Deira.




                    —Prueba con esto. Así podremos hacer que vienes de una fiesta de dis-

                  fraces. Trama resuelta. Danae se viste de Blancanieves.




                    A ella lo que más miedo le daba del mundo del porno era que tenía que

                  viajar. Nació en Aguascalientes, un Estado en el centro del país , y como mu-

                  cho había salido a la playa. “Yo antes de entrar en esto casi no viajaba, si a

                  caso a Guayabitos o a Puerto Vallarta, pero ir a una ciudad donde no cono-

                  cía a nadie me daba pavor”, explica la actriz.




                    Danae tiene el pelo largo y rizado y una cara de niña. En las falanges de

                  la mano lleva tatuado su lema: “Niña mala”. Se ríe en cada frase y habla con

                  mucha seguridad sobre su trabajo. “A los 18 empecé a tatuarme y a posar

                  para una marca de ropa de un amigo, de ahí seguí con la lencería y luego

                  con los desnudos. Los colgué en mis redes y fue cuando Fernando [el pro-

                  ductor] me vio y me propuso ser actriz porno. Dije que sí. Al conocerlo me
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