Page 264 - Lascivia Noviembre 2017
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sentí segura”.
Fernando Deira es el dueño de Sexmex, la principal productora de cine
porno mexicano. Él es el único jefe, el representante de las chicas y el di-
rector de las películas. Es un hombre alto y corpulento, de 40 años. Y tímido.
Confiesa que cuando era adolescente estuvo encerrado en un seminario
durante tres años preparándose para ser sacerdote. En sus películas mues-
tra la frustración que sentía al salir del encierro a los 15 años, cuando no se
atrevía ni a hablar con una mujer: “Las escenas son muchas veces un refle-
jo de mis propias fantasías y de mis miedos”.
A pesar de que la página web de la productora recibe unas 30.000 visitas
diarias y unas ganancias que “van en aumento”, según reconoce Deira, las
actrices tienen que recurrir a “trabajos extra” para recibir un salario decen-
te. Las más exitosas pueden aspirar a un contrato de exclusividad que va
de los 8.000 pesos a los 10.000 (unos 400 a 500 dólares) al mes, como es el
caso de Danae. Por eso combina las grabaciones con otro tipo de servicios
en clubes nocturnos, donde la seguridad laboral no está tan clara. Ahí Deira
sólo es el intermediario y cuenta que les pagan a las chicas entre 6.000 y
15.000 pesos, dependiendo de lo explícito del espectáculo: “Lo más barato
es un estriptis y lo más caro es el sexo en vivo, aunque en algunos lugares,
como el Distrito Federal, está prohibido”. Los actores no corren con la mis-
ma suerte, muchos ni siquiera cobran: “A veces pienso que deberían pagar-
me ellos a mi”, cuenta entre risas Deira.
“Si ni siquiera podemos hablar de una industria fuerte de cine en México,
menos aún de cine pornográfico”, remata Jorge Grajales, investigador cine-
matográfico especializado en cine de género y cultura popular. “Lo que se
hace en México es pornografía de baja calidad que no ha tenido el éxito
que en su momento tuvieron los clásicos del porno o siguen teniendo las
producciones estadounidenses”, cuenta Juan soto, doctor en Antropología
Social e investigador sobre pornografía.
Según las cifras de la plataforma canadiense Porn Hub, que ofrece datos
los portales no revelan, quienes consumen pornografía en México son las