Page 68 - Lascivia Noviembre 2017
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los ojos o los ponía en blanco mientras yo la cogía, le estaba gustando y se
estaba excitando como yo. Esperanza le decía a su marido que le contara o
que él hablara, para no hacerlo ella, pues podía gemir en el teléfono, yo ya
le daba duro cogiendola y cada embestida de mi verga y de mi dedo hacían
mover la cama, por fin ella le dijo -papi, te tengo que dejar, pues tengo algo
en el horno y huelo que se está pasando, vaya mi vida, te amo, te mando be-
sos y quiero que ya estes aqui conmigo!!, adios!!-, luego ella se volteó y me
dijo -uyy que malo eres!-, luego comenzó a gemir y a pedirme que se la me-
tiera hasta los riñones. Los dos terminamos entre quejidos y nuestros jugos
íntimos se mezclaron en la vagina de Esperanza.
El sexo pone loca a Esperanza, su vagina se mantiene caliente. Las sema-
nas siguientes fueron de fuego entre Esperanza y yo, incluso durante esas
semanas, cogía más con ella que con mi mujer, con mi mujer tengo relacio-
nes una o dos veces por semana, con Esperanza tuvimos sexo tres o cuatro
veces por semana, fornicamos en donde pudimos, en la empresa, en motel,
en mi casa (un fin de semana que no estuvo mi esposa), en su casa en su
propia cama, y donde nos diera ganas en ese momento (auto, en un callejón),
hasta que su marido regresó. Un día él llegó a la empresa, pidió hablar con-
migo, yo me puse nervioso, pensé -y si alguien le dijo algo!-, entró y me agra-
deció haber cuidado de su mujer, yo contesté -cuando se puede se hace!-
Coger con Esperanza es riquisimo. Dejó de trabajar para mi, pero aún guar-
do la posibilidad de que nos veamos más adelante. Es una gran mujer adic-
ta al sexo.
Por Juan