Page 53 - Punto de Fuga_2_Neat
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Tiene en sus manos y antebrazos aureolas oscuras,
rojizas, cicatrices de quemaduras de cigarrillos.
Alguna vez un sujeto se creyó tan importante que
consideró pertinente apagar su vicio en la piel de los otros.
Marcarlos como posesión. Identificarlos e identificarse como
autor como al ganado. Como si hubiera sido necesario dejarles
una huella física para que se impregnara aún más
profundamente el recuerdo de las torturas.
Mueve un peón del tablero, para empezar. Al estirarse
sale a la luz su muñeca delgada con vestigios de ataduras de
cables y cadenas. “El peón no sirve más que para distraer y ser
comido”, piensa.
Cecilio cumple 13 años y los festeja esa noche en la
imprenta donde trabaja desde los 11. Su familia nunca
entendió qué hacía allí y no compartía su actividad. Es el más
joven.
Miguel tiene 16; Ramón, 17 y Álvaro, 15. Le hicieron
una torta con una vela y una banderita rojas. Se siente
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