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Dios  le  envió  cuatro  hijos  y  un  marido  que  era  un

            santo.


                   Sabía  que  él  la  engañaba,  que  le  era  infiel.  Pero  ella

            con sus 35 años aguantaba todo con un: "yastá".


                   Pensaba "Tengo marido e hijos. Yastá. ¿Qué más puedo

            pedir?".


                   ¿Ser feliz? Nah, no era una opción. Para ser feliz debía

            cambiar toda su vida, sus retratos, su religión, sus creencias,

            era mucho trabajo.


                   Ella  era  todo  lo  que  debe  ser  una  mujer  a  los  35  y

            punto.


                   Pero a veces el Señor nos pone a prueba, decía ella. El

            desafío que surgió fue que "El pan de Dios" llegando a sus 40

            años,  se  pescó  hepatitis  b.  Una  enfermedad  de  transmisión

            sexual  o  por  contacto  sanguíneo.  Lo  primero  era  lo  más

            probable.





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