Page 42 - revista juan tomis
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en las vacaciones útiles de verano. Aprendí a tocar la sado algo toda la noche, quienes le escuchábamos de-
guitarra, mirando y practicando las canciones escogi- cíamos, “¡no!… padre, que ha pensado hoy”, sabíamos
das para la misa. que había un nuevo trabajo que hacer; lo curioso es
que los jóvenes de aquella época no dudábamos en
El Padre Juan acostumbraba visitarnos todos los sába- dejar lo que podríamos tener que hacer, para apoyar
dos, al inicio de la reunión. Permanecía con nosotros a este hombre, bastaba que nos dijese que había que
por unos momentos porque luego continuaba con su hacer alguna obra y allí estaban todo un contingente
recorrido hacia los otros grupos de la parroquia que de jóvenes dispuestos a apoyarle, es que había en su
también se reunían esa noche. En las vacaciones útiles persona algo que arrastraba y entusiasmaba. Nos en-
repartíamos a los niños la leche y el pan antes de em- seño a amar a Dios en la acción, a compartir una amis-
pezar las clases; y las frutas antes del recreo. El Padre tad sincera, a ser perseverantes, a demostrar respon-
Juan, en su carro, era el que proveía estos alimentos sabilidad en las tareas asignadas, a descubrir talentos
cada día, y al verlo llegar todos los niños gritaban y ocultos; a ser generosos ofreciendo parte de nuestro
coreaban su nombre. Creo que de una manera mila- tiempo, a dar sin esperar nada a cambio, a llevar la pa-
grosa, Padre Juan nos dejaba la cantidad necesaria de labra de Dios a los que no la conocían, muchos apren-
alimentos, porque no faltaban ni sobraban. dimos a hablar en público gracias a él.
Después de aprender, compartir, y disfrutar de esta Como olvidar las Misas dominicales por televisión, las
vida parroquial cada uno seguimos con nuestro ca- vigilias por Pentecostés, las peregrinaciones, vía crucis
mino en la vida y ahora en esta por las calles de la parroquia, las marchas de solida-
etapa de nues- ridad, las concentraciones, las semanas
tras vidas, don- de cuaresma,
de recordamos los mini reti-
los 25 años de ros, los cursi-
la partida de llos de sexua-
nuestro pa- lidad y vida,
dre espiritual, la catequesis,
Juan Tomis, visita a los en-
doy GRACIAS fermos, la fies-
a Dios por ha- ta patronal, las
berme per- vacaciones úti-
mitido crecer les, los ministe-
en este am- rios pastorales,
biente y pue- los festivales de
do afirmar la canción re-
que él fue la ligiosa y tantas
semilla que otras activida-
Dios sembró en Chicla- des pastorales
yo, y que tuvo que morir para que diera los frutos que por las que poco
esta tierra necesita. a poco Dios fue volviéndose parte importante
de nuestras vidas.
MARCO ABERCA BALAREZO:
Gran parte de mi vida ha estado marcada por la pre- Todos los que tuvimos la dicha de conocer al Padre
sencia de personas que me han ayudado a descubrir Juan Tomis, siempre recordaremos sus consejos, su
que Dios no es ni un mito, ni mucho menos una simple testimonio de vida, su pasión por hacer de su sacerdo-
idea; comprendí con sus ejemplos y forma de vida que cio una total e incondicional entrega al amor de Dios.
Dios vive en cada uno de nosotros y nos llama a corres- Es por todo lo que acabo de mencionar y siguiendo de
ponder a su inmenso amor. Una de esas personas fue alguna manera la letra de aquella canción que se pre-
Monseñor Juan Tomis Stack, su vida la resumiría en paró en su honor, que me animo a repetir una vez más:
aquella frase bíblica que dice: “se hizo todo en todos”, “nuestro corazón, hoy alegre está, rindiendo homena-
aprendió tanto en la escuela de San Juan María Vian- je a padre Juan, queremos cantar y también brindar
ney, que al igual que el Santo cura de Ars, se olvidó de nuestro amor de verdad”.
si, por volcarse a los demás y es que padre Juan buscó
hacer de su vida una total entrega a Dios. LITO BECERA ANGULO:
Vine a Chiclayo, solo para saludar a mi papá y conocer
Caminar con él era no parar, sabias cuando iniciar una esta noble y generosa ciudad, luego pensaba retor-
tarea, lo difícil era saber ¿cuándo terminar?. Siempre nar a mi tropical terruño pero no fue así. Una de las
recuerdo que al comenzar el día solía decirnos he pen- singulares tardes de verano de 1976, ocurrió mi en-
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