Page 43 - revista juan tomis
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cuentro con el Reverendo Padre Juan Edmundo Tomis rente naturaleza y en todos ellos entregamos nues-
Stack, nuestra conversación se inicio con el tema de tro esfuerzo y dedicación, acumulando experiencia,
los Scouts, pero la fluidez y acogida que brotaba de él aprendiendo a organizar, a compartir, a ser amigos,
me condujo a hablar de todo, es así que me involucró a crecer y mirar el futuro para ser hombres de bien.
en la historia de su parroquia, la que a partir de aquel Aprendimos a ser justos, honestos, espontáneos, ale-
día se convirtió en la mía. gres… Aprendimos a ser felices. Como no recordar la
edición de los festivales de la canción religiosa, la co-
Este contacto marcó mi vida, aquella amable, apacible animación que compartía con Lady Chicoma, los chicos
y reconfortante entrevista delineó un nuevo rumbo en del ministerio de música, de lectura. En la Vianney de
mi vida. El me habló en su especial modo de articular Tomis, vivíamos intensamente cada celebración euca-
el castellano, como amigo, como hermano; sentí que él rística, ayudando en las cosas de la sacristía, dirigien-
también me trasmitía su experiencia de haber venido do o compartiendo los cánticos, haciendo las lecturas,
de un lugar lejano para vivir su sacerdocio en Chicla- recogiendo las limosnas, repartiendo los boletines o
yo. Encontrarme con él fue decisivo para quedarme en distribuyendo las rifas.
Chiclayo, significó el cambió de mis planes de estudio
y la histórica decisión de seguir la carrera de derecho. Padre Juan fue artífice de mi profesión y mi anhelo
era que estuviese presente el día de mi examen para
Mi vida en la parroquia se desenvolvió entre las ac- abogado, sin embargo las postergaciones por la huelga
tividades del movimiento Scout, la que vivía la universidad no lo permitieron. Un 02 de
cateque- sis, la evangelización, julio de 1986 y mientras se encontraba dormido en su
c o n - v e n c i é n d o m e ataúd en el salón parroquial durante su velorio; con
cada vez de lo que mi tristeza y soledad a cuestas pero sintiendo la cálida
o r - gullosamente presencia de su espíritu a mi lado, acudí a mi examen
P a - dre Juan Tomis para obtener aquel título por el que él había luchado y
d e - cía “SOMOS con el que había soñado.
L A M E J O R
P A - R O Q U I A ”, El santo sacerdocio de Padre Juan Tomis y el cono-
c o n verdad y cimiento de los hombres y de sus almas, le permitía
h u - m i l d a d . saber, conocer y entender distintas materias y antici-
N o s tocó vivir parse a los acontecimientos. Nos resultaba fácil verlo
eventos como psicólogo, como administrador, como econo-
de dife- mista, como contador, como ingeniero, como me-
dico, como abogado, como chofer, como chef,
cantante y lector en su singular lengua, perio-
dista, animador, y sobre todo sacerdote, padre
y amigo. Sus anotaciones de su puño y letra
parecían indescifrables; pero ¡Qué fácil re-
sultaba entenderlo después conocerlo y
hablar con él!. Le bastaba decir YERNA
para entender que hablaba de la nue-
ra de alguien; o como cuando decía
MUEVA LA COSA HIJITO, para signi-
ficar que era necesario que traba-
jemos y nos dediquemos a la tarea
encomendada.
Al finalizar estas muy breves pala-
bras, a él le decimos gracias, por
la alegría que nos obsequió, por
nuestra vida de equipo y de grupo;
por que hizo de la parroquia una
escuela de felicidad. Aquella escuela
donde copiar no era malo, porque copiá-
bamos lo que nos hace bien, lo que nos prepara
para la vida, donde todos nosotros como aplica-
dos alumnos acudíamos a sus vivenciales clases
diarias y/o de fin de semana para recibir nuestra
licenciatura en felicidad cristiana. Gracias Parro-
quito lindo.
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